12.7.09

El Infierno Verde



El denominado "circo" de la Fórmula 1 llega hoy a Nürburgring.
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Pero hace décadas, cuando los bólidos llegaban a ese circuito las cosas eran bien diferentes, y quizá podría hablarse de otra acepción de la palabra "circo". Parece que en la actualidad con dicha etiqueta nos referimos al gran montaje que acompaña a la competición, miles de personas alrededor son espectadores pero cientos de operarios se afanan en montar una efímera ciudad de ruído, gasolina, colores chillones y velocidad.
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Quizá hace décadas el montaje era menos aparatoso, pero la condición circense, más que acercarse a las tres pistas simultáneas del Ringlin & Barnum podría recordar al Circo Máximo de la Roma imperial, en cuya arena los contendientes se enfrentaban a la muerte.
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Porque en Nürburgring, hace unas décadas, literalmente te jugabas la vida. El gran Jackie Stewart decía que cuando salía de casa para correr en ese circuito miraba a su familia y se preguntaba si volvería a verles.
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¿Por qué? Bueno, hasta el fatal accidente que casi le cuesta la vida a Niki Lauda en 1976 el circuito (entonces se les llamaba "autodromo", palabra que me parece deliciosamente arcáica) tenía un recorrido) transcurría durante 28 kms (actualmente mide 4,5 kms) entre bosques de arbolado peligrosamente cercano al asfalto, con cuestas y desniveles que hacían saltar al coche, existiendo incluso una zona bautizada muy acertadamente como "el Carrussel".
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Los minutos se sucedían hasta completar una vuelta, pudiendo darse la circunstancia de que una parte del trazado estuviese soleada mientras en otra llovía copiosamente... todo en la misma vuelta. Pese a todo hubo míticos pilotos que recibieron el título de Ringmeister por ser capaces de memorizar cada curva, cada rasante del circuito, apellidos de la nobleza del motor como Nuvolari, Fangio, Ascari, Stirling Moss, Jackie Ickx o el mencionado Stewart, que fue quien se refirió a Nürburgring por primera vez como "Infierno Verde".
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En 1976 Niki Lauda sufrió un accidente que hizo que su coche ardiese y salvó la vida gracias a que tres pilotos, Harald Ertl, Guy Edwards y Arturo Merzario detuvieron sus monoplazas y lograron sacarlo, aunque no sin poder evitar que sufriese las quemaduras que todos recordamos. Lauda llegó a recibir la extremaunción a pie de pista, pero seis semanas más tarde estaba de nuevo compitiendo.
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La peligrosidad del circuito, y el hecho de que por su desmesurada longitud era muy complicado cubrirlo en su totalidad para lograr una adecuada trsansmisión televisiva de las competiciones, hicieron que cayera en desuso y posteriormente se renovase el trazado recuperando solo parte del recorrido hasta quedar en su configuración actual.
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Fue quizá el símbolo de una forma de entender la Fórmula 1 que se había ido diluyendo con la modificación de otros trazados de circuitos clásicos (Monza, Spa-Francorchamps...) que también mostraban deficiencias en materia de seguridad y que incluso aprovechaban en sus recorridos tramos de carreteras normalmente abiertas al tráfico. Todo aquello fue desapareciendo configurando la moderna F1. Se ganó en seguridad y quizá en espectáculo, aunque a algunos nos parece aún una aventura romántica la de enfrentar hombres y máquinas en esos sinuosos recorridos de antaño.
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Parte de ese espíritu se puede disfrutar hoy día en la magnífica película de 1966 "Grand Prix", del gran John Frankenheimer, en la que se reconstruye un campeonato del mundo de F1 en aquella época dorada de los años 60. La película nos lleva por casi todos los circuitos de la competición (Spa-Francorchamps, Monza, Montecarlo) en un alarde técnico de subjetivización que hizo que Frankenheimer montase cámaras en el interior de los bólidos para hacernos sentir dentro de los mismos, incluso algunas, superando lo que actualmente permite la tecnología y que vemos en nuestras pequeñas pantallas, algunas cámaras iban montadas en soportes móviles manejados por control remoto que permitían que con el monoplaza lanzado por el circuito a velocidad de vértigo la cámara girase para ofrecernos un plano del piloto y gradualmente girar hasta encuadrar el coche de delante o el que trataba de adelantar. Pasmoso.
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En el apartado técnico podemos decir que hoy día hay logros de "Grand Prix" que permanecen en la cúspide de la labor cinematográfica, fue un film auténticamente revolucionario y que sigue sorprendiendo. Junto a estos alardes en cuanto a situación original de la cámara, el uso de filtros especiales o desde el mismo inicio de la película, el magistral uso del montaje (pantalla partida, múltiples cámaras, planos vertiginosos) en el que el el director buscó el asesoramiento de Saul Bass (creador de míticos títulos de crédito como "Vertigo" o "Anatomía de un crímen" y la mente pensante detrás de la planificación de la célebre escena de la ducha de "Psicosis"), pequeños detalles dan cuenta del esmero con que Frankenheimer nos traslada a la competición de la F1, grabando por separado los sonidos de los distintos monoplazas para luego en el montaje de sonido permitir que al entrar en plano tal o cuál bólido su sonido se individualizase. Todo ello se saldó con tres Oscars (montaje, sonido y efectos de sonido).
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La película contó además con la inestimable colaboración de los equipos y la organizazión de la época, que permitieron que se montasen cámaras, participasen en la carrera coches pilotados por los propios actores... nombres entre los que encontramos a Yves Montand, James Garner, Toshiro Mifune... inició una corriente de películas centradas en las competiciones de motor ("500 millas", con Paul Newman, "Las 24 horas de Le Mans" con Steve McQueen y una "exploitation" italiana bastante infumable titulada "Fórmula 1") que no llegan ni a la suela de los zapatos a "Grand Prix", especialmente en el aspecto técnico.
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Y es que al final, si se trata de atisbar siquiera lo que suponía meterse en un bólido, protegido poco menos que por una chichonera y un mono de tela no ignífuga y enfrentarse a una ordalía de asfalto, no nos queda sino admirar a aquellos legendarios aventureros.
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El video que acompaña esta entrada es, hasta el momento, la única vez en que un piloto de la actual Fórmula 1, Nick Heidfeld, con un monoplaza actual, se ha adentrado en el legendario trazado de Nürburgring. Os invito a revivir la experiencia, y para los interesados informo que dicho trazado se encuentra abierto al público hoy día, mediante el pago de una pequeña cantidad puedes acceder con tu moto o tu coche a esos 28 kms. de Historia y Aventura... pero solo un detalle... las aseguradoras en Alemania no se hacen responsables de los daños causados en un accidente en ese lugar, por lo que es frecuente que las plataformas se lleven los coches accidentados y los depositen en otro punto para justificar el accidente.

1 comentario:

sushi de anguila dijo...

Grandioso post, grand(Prix)ioso!!! Mira que soy más de aviones que de coches, pero entre el peliculón que rememoras y tu apasionante evocación de esos legendarios incios del automovilismo de competición post-Segunda Guerra Mudial... se le ponen a uno los pelos de punta...Wunderwar!!!!