4.4.12

"Rézale que salgamos"

(Gracias a Dionisio Alcázar junior por hacerme la foto)

Como muchas Semanas Santas la de este año viene acompañada de la inseguridad climatológica.
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En Murcia llueve poco y cuando lo hace y es en estas fechas que muchos esperan todo el año parece que algo ha salido mal. Yo tengo otra opinión seguramente porque soy de los que reza para agradecer más que para pedir y si toca quedarse en casa o mojarse la túnica será por voluntad de Dios, si es que tal cosa existe.
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Hacía muchos años que el Pepe Alarcón, el Cabo de Andas de Nuestro Padre Jesús no me citaba a meter el hombro bajo el trono del único paso de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno que no es obra del genial Salzillo. Este año he hecho el traslado de Miércoles Santo desde la iglesia de las Agustinas a la privativa iglesia de nuestra querida Cofradía donde (si Dios quiere) saldrá a procesionar por las calles murcianas la mañana de Viernes Santo.
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La primera vez que tuve el honor de salir como estante de Nuestro Padre Jesús fue un momento determinante en mi faceta de nazareno, que reconozco limitada porque a mi, en realidad, esto de las Procesiones me gusta lo justo aunque haga veintitantos años que soy Celador de la Hermandad de la Santa Mujer Verónica y haga también un buen número de años que salgo de portapasos del Cristo del Refugio en la Procesión del Silencio de Jueves Santo.
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Salgo en estas dos porque las he vivido desde pequeño y tienen algo especial para mi, pero no llega mucho más allá mi escasa "pasión nazarena", soy poco "capillita" y la verdad es que no suelo ver otras procesiones más que un ratico, de pasada y si me pilla por la calle.
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Pero como decía, aquel año en que por primera (y hasta ahora única) vez salí la mañana de Viernes Santo con Nuestro Padre Jesús mirándome sentí algo que cambió por completo mi entendimiento del servicio nazareno.
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Y no fue por mi, fue por los demás.
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Me cuesta no emocionarme al recordar algo que sucedió hace más de una década, pero dicen que los recuerdos más importantes no se graban en la memoria del cerebro sino en la del corazón. Aquella mañana de Viernes Santo vi en las caras de quienes asistían a la Procesión sentimientos indescriptibles asomarse a sus ojos, gente ponerse en pie ante el paso de Nuestro Padre con respeto y ahí me di cuenta de que yo no salgo en las dos procesiones en las que lo hago por mi. Salgo por los demás.
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No cumplo una penitencia cuando llego a casa el Jueves Santo por la noche con el hombro dolorido o el Viernes Santo con los pies destrozados por ir descalzo. En todo caso ayudo con mi presencia a cumplir su penitencia a quienes la tienen sobre su conciencia, ayudo a vivir su fe a quienes necesitan asomarse al rostro de Cristo, dolorido de pasión, y como he revivido esta mañana en el traslado al contemplar el gesto de algunos asistentes, mi función es meramente utilitaria.
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Poco antes de llegar esta mañana a nuestra privativa iglesia una madre le decía a su hijo pequeño mientras señalaba al Cristo: "cariño, rézale que no llueva esta noche, rézale para que podamos salir esta noche en la procesión". Evidentemente, nazarenos coloraos preocupados por el cielo encapotado. Escribo esto mientras como suele decirse "Murcia se tiñe de rojo" con la procesión de la Sangre, que ha salido pese al mal tiempo, de lo que me alegro.
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Como dije antes, yo no rezo para pedir, sino para agradecer, así que sólo puedo agradecer formar parte de esto si con mi aportación le sirve a alguien. Y si la lluvia nos deja con las ganas ya lo viviremos con más intensidad el año que viene.