30.6.13

Jesukrypton: el hombre de acero y espinas

 
Superman nació en plena época de la Depresión en Estados Unidos, de la mente de dos artistas de origen judío (Joel Siegel y Jerry Shuster) y bien consciente bien inconscientemente dotaron a su personaje de todo un catálogo de elementos mesiánicos en el más puro sentido de la palabra: alguien enviado por una instancia superior para salvar a los hombres.
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A lo largo de los 75 años que lleva entre nosotros el también llamado último hijo de Krypton han sido unos cuantos los textos dedicados a analizar este trasfondo religioso así como se han sucedido los “guiños” a dicha concepción en los cómics del personaje, pero quizá nunca hayan aparecido tantos y algunos tan evidentes como los que podemos ver en la última película estrenada sobre el personaje, “El hombre de acero”.
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Sería ahora demasiado prolijo de detallar, pero de hecho la película recibe ese título y no el de Superman, palabra que no se llega a pronunciar cuando Lois Lane parece a punto de hacerlo y son interrumpidos, debido a complicaciones derivadas de los derechos de autor sobre el nombre del personaje.
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Podríamos establecer un doble nivel de referencias mesiánicas o directamente cristianas en “El hombre de acero”, en primer lugar las que son consustanciales desde su origen al personaje, su historia y circunstancias y se nos muestran de nuevo para reafirmarlas pero por otro lado también hay que distinguir pequeños atisbos particulares de esta película en concreto que parecen subrayar esa tipología.
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Procedente de otro mundo, es enviado a la Tierra por su padre, sabedor de que aquí tendrá unas capacidades que sobrepasarán las del resto de sus semejantes (porque, casualmente, la apariencia de kryptonianos y terrícolas es idéntica) pero precisamente por eso (en la película se dice “para ellos será como un dios”) también le pide que no se inmiscuya en los asuntos de los hombres (el bíblico “al César lo que es del César, a Dios lo que es de Dios”).
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En la Tierra unos padres sencillos, humildes y ya con una cierta edad reciben un hijo como regalado por el cielo, transmutando el pesebre por una granja y con el anuncio en el firmamento en ambos casos de una estrella luminosa que rompe la noche. El niño revela paulatinamente su condición pero sus propios padres le aconsejan no significar sus capacidades.
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Tendrá que fallecer el padre y sobrevivir la madre para que el ya crecido joven inicie una búsqueda de sí mismo (travesía por el desierto o por las vastas superficies heladas) en la que descubra cuál debe ser su misión en este mundo, momento a partir del cual se enfundará en su nuevo traje (túnica) dedicándose a salvar abiertamente a aquellos que sufren calamidades.
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En “El hombre de acero” complementamos estos elementos habituales en las historias del personaje con pequeños detalles que no hacen sino confirmar la deuda con lo que hemos podido conocer a través del Nuevo Testamento.
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Así tenemos las tentaciones que en su “travesía por el desierto” sufre Clark Kent de mostrar sus poderes cuando en una cafetería un camionero se propasa con una camarera, aunque posteriormente sí que cede y al menos anónimamente realiza una demostración de su poder a modo de lección. No podemos olvidar que lo primero que vemos del joven Kent es que es pescador (con la de oficios que hay en el mundo para elegir) y que acude presto a ayudar a quienes se encuentran en dificultades en alta mar aunque no caminando sobre las aguas sino sobrevolándolas.
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Esta será la primera vez en que veamos cómo tras una experiencia cercana a la muerte el protagonista adopta una posición muy reconocible con los brazos extendidos (y además en esta ocasión con barba y el torso desnudo) recobrando sus poderes gracias a la acción de los rayos del sol.
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Tras salir airoso de esa aventura llega a un pueblo en el que el director de la película parece muy interesado en mostrarnos un plano general de una calle en la que nada destaca especialmente salvo el edificio del fondo, una iglesia en cuya fachada resulta significativa la presencia de una gran cruz. Delante hay estacionado un autobús escolar, quizá como recordatorio del momento en el que el pequeño Clark mostró públicamente por primera vez sus capacidades al salvar a sus compañeros de colegio de un accidente de tráfico. El plano del pueblo y la iglesia se mantiene fijo más allá de lo que habitualmente sería adecuado simplemente para situar geográficamente la acción, por lo que cabe intuir que algún papel juega la insistencia en mostrarnos la cruz y la iglesia.
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Posteriormente y antes de asumir definitivamente su misión Clark cursará visita al párroco de su localidad de crianza, Smallville, y será en el interior de la iglesia local donde le revele sus miedos y especialmente su diferencia con los demás, pues es capaz de hacer cosas vedadas para el común de los mortales y además confesará que no pertenece a este planeta ("mi reino no es de este mundo").
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En su camino Clark Kent se cruzará alguien que contará a los demás la verdad sobre él (una periodista, actualización de los evangelistas que difunden la palabra) aunque ante las primeras dificultades se verá obligada a negarle, a pesar de que no llegamos a escuchar el canto del gallo.
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Enseguida descubrirá el protagonista de la película su verdadera misión gracias a las revelaciones que desde más allá de la vida y de la muerte le transmite una representación virtual de su padre que le muestra el camino a seguir, complementando las enseñanzas que a lo largo de su niñez y su juventud le ha aportado su padre terrenal/terrestre/terrícola, incluyendo la conciencia de su auténtica naturaleza, la reiteración de que debe mantener sus facultades sobrehumanas ocultas debido al miedo que podría despertar en los hombres, pero por encima de todo le transmite los principios de sacrificio y unos importantes valores humanos, sabedores ambos de que Clark no es como nosotros.
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De hecho, como descubriremos más tarde, su propio ADN está compuesto por la información del conjunto de todos los habitantes de Krypton, quienes eran diseñados genéticamente para fines específicos. Queda para otro día la discusión sobre la crítica al colectivismo determinista y la planificación estatal frente al individualismo y el libre albedrío. Casi en homenaje a “Matrix” vemos que no nacen sino que se les cultiva, aunque Kal-El, sí es hijo natural de Jor-El y Lara, de ahí su singularidad y que podamos seguir llamándole el último hijo (natural) de Krypton. De nuevo una concepción diferente a la del resto.
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Podemos afirmar que Kal-El está hecho a imagen y semejanza de toda su civilización. De ahí que sea especialmente destacable que el general Zod, su némesis en esta película y quien como él mismo afirma “no me detendré hasta que termine contigo, me crearon para esto” pueda recibir la asignación de “angel caido” de la función. No quedará más remedio que eliminarle. Estamos ante un mesías cuyo sacrificio no consiste en morir por nosotros sino en matar por nosotros a quien desea acabar con nuestra existencia. Nuestra salvación llega por su sacrificio. En su grito desesperado podemos ver el dolor que le produce tener que acabar con una vida, a pesar de que ello signifique evitar males al resto de la Tierra.
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Ante la amenaza del general Zod sobre la Tierra la identidad del Hombre de Acero como perteneciente al mismo planeta del que procede le lleva a ser detenido, aunque nos ahorramos la traición y prendimiento en el Huerto de los Olivos y por supuesto la flagelación, a la que sería indiferente puesto que vemos como ante una agresión en su infancia a la que el pequeño Clark no reacciona más que apretando con fuerza (hasta deformarla) una barra metálica su padre terrestre le pregunta si le han hecho daño a lo que responde “sabes que no pueden hacerlo”. Jonathan Kent insiste: “sabes que no me refiero a ese daño”, en alusión a la dura prueba que supone sufrir agresiones y no responder porque con su gran fuerza podría causar enorme daño a quienes le golpean.
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Liberado Kal-El acude al encuentro de los que como él vienen del otro extremo del cosmos y asciende a las alturas, donde casi encuentra la muerte debido a que tras tanto tiempo en la Tierra su organismo no soporta las condiciones de la atmósfera de su Krypton natal. Por cierto, en un momento dado de la película el propio Superman alude a que lleva 33 años en nuestro planeta. De nuevo, como con la elección de la profesión de pescador, no había otra cifra para expresar la edad del enviado para salvarnos.
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Ayudado por las instrucciones de su padre a Lois Lane, puede finalmente escapar de la nave kryptoniana cuando está al borde de la muerte y de nuevo es llamativa la manera en la que el director de la película decide plasmarlo en imágenes: destrozado el casco de la nave, abierta su tumba, Superman sale al exterior, recibiendo la luz del sol, que con sus rayos amarillos le confiere su fuerza sobrehumana, y el Hombre de Acero flota ingrávido en el espacio, de cara a nosotros, extendiendo sus brazos en forma de cruz. Se llena de energía y tras haber escapado de la muerte se gira para volver de nuevo a la Tierra a procurar nuestra salvación.
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¿Es Superman nuestro salvador? Sí, a pesar del exceso de escombro de la parte final de la película queda claro que sin su intervención y si no es él quien acaba con la vida del general Zod nuestro mundo habría sucumbido al mal.
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¿Es superior a los simples mortales? Sí, es capaz de obrar prodigios que se escapan a las capacidades físicas de los seres humanos... pero además y precisamente a consecuencia de esa condición ha sido educado por su padre terrenal y su padre “celestial” en una moral que le impulsa a emplear sus poderes únicamente para el bien, jamás en provecho propio y siempre en defensa del desvalido.
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Forzados unos, inintencionados otros, muy poco sutiles algunos, lo cierto es que elementos comunes a Jesús de Nazaret y Superman tampoco deberían parecernos extraños pues son consustanciales al relato clásico del héroe y se repiten en modelos que quizá sí estuvieron más cercanos a la intención de Siegel y Shuster (recordemos, eran judíos, no cristianos) como puede ser el propio Moisés, también de origen humilde, rescatado en un vehículo que cruza una larga distancia, adoptado y llamado a un mayor destino, dotado de capacidades extraordinarias y salvador de todo un pueblo.
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Si Roma o el Sanedrín podían temer el potencial de un revolucionario judío de hace dosmil años debido a las ideas que podía alentar en la población de Jerusalén el planeta entero podría temer a alguien venido de otro planeta con la capacidad de ser virtualmente indestructible. Pero podemos estar tranquilos, su causa es el bien y además, como afirma el propio protagonista “me he criado en Kansas, no podría ser más americano”. Está, pues, a salvo la paz y la libertad mundial.

19.6.13

NOW: not only words (no sólo palabras)


Tal es el nombre de una nueva iniciativa que nació el viernes 14 en L' Alfás del Pi, haciendo bueno aquello del "marco incomparable". La localidad alicantina, de privilegiada ubicación, alberga en primera línea de playa el monumental edificio de la Fundación Frax, donde se celebró una doble conferencia a cargo de dos ponentes de excepción: Casimiro García-Abadillo (periodista, subdirector de El Mundo, investigador que intervino en el descubrimiento de la trama GAL) y Johan Galtung (sociólogo, Premio Nobel Alternativo, expecialista en negociaciones y mediación en conflictos internacionales).
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La Asociación de Antiguos Estudiantes y Amigos de la Facultad de Económicas, por medio de Cynthia Garcia y Nacho Tomás, tuvo a bien invitarnos a medio centenar de afortunados al evento que nos sorprendió por diversos motivos. En primer lugar por el contenido de los discursos de los invitados. A priori podía pensarse que sería más interesante y esclarecedora la intervención de García- Abadillo por su implicación en la investigación de tramas terroristas mientras que Galtung podría resultar más buenista y predecible y creo que por fortuna la realidad rompió ese esquema que alguno podía llevar preestablecido.
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Antes de que comenzara el acto el grupo que llegamos desde Murcia comenzamos a darnos cuenta de que formabamosmuna cierta "piña tuitera" debido a nuestra actividad en dicha red social de microblogging y a que la mayoría nos conocíamos de antes y mantenemos cierto contacto 2.0 que además en ocasiones trasciende al 1.0, la desvirtualización volvía a producirse y por momentos casi pudo notarse que sintonizabamos casi cual inteligencia colectiva virtual, a lo que sin duda contribuyó el hecho de que la organización hubiese dispuesto un proyector que mostraba (con considerable retardo) los tuits que íbamos lanzando.
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Fue sintomático que una vez accedimos al salón de actos el primer tuit que pudimos divisar fuese obra del siempre atinado Luis Alcázar refiriéndose a la millonada que habría debido costar el impresionante edificio en el que nos encontrábamos (al día siguiente veríamos satisfecha nuestra curiosidad). El tuiterismo murciano desembarcaba haciéndose notar, pero no era más que el comienzo. Luego llegarían búsquedas de pibones azafatiles, avistamientos pectorales, solicitudes de filiación de Valentino y su retoño...
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Hasta qué comenzó el evento hubo cierto revuelo con algunos de los tuits que aparecían en el proyector y puede que la crítica insistencia de Luís Alcázar en algunos aspectos, así como el intercambio de tuits que mantuvimos tratando de identificar pibones tuviese la culpa de que se interrumpiese primero ese servicio de difusión tuitera y posteriormente que incluso diese la impresión de que algunos tuits no aparecían por obra de algún tipo de filtrado.
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Abrió el fuego de las intervenciones Johan Galtung y lo primero que consiguió fue que recordásemos a Juan Pablo II por su forma de hablar suave, apaciguadora, sin resultar condescendiente en ningún momento pero con humildad y ocasionales tonos de un humor casi británico por lo flemático e irónico. Nos desarmó con la sencillez de las respuestas que fue capaz de ofrecer para solucionar controversias agrias y aparentemente irresolubles. Conciliar en un mismo espacio físico un centro comercial y un parque público no pudo tener final más salomónico que construir el primero de forma subterránea y dejar el jardín en la superficie. Todos contentos.
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Esa parece ser la estrategia esencial de Galtung, escuchar a todas las partes y tratar de satisfacer las demandas de cada una aminorando el enfrentamiento.
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Los tuits de los asistentes demostraban lo cautivador de su discurso, en fondo y forma y el posterior contacto en la distancia corta contribuyó a la convicción de que nos encontrábamos ante alguien singular, próximo, atento y afable, capaz de sobrevivir con una sonrisa en los labios a una junta de proletarios de "La que se avecina" y además ponerles de acuerdo en todo. Un lujo.
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El contraste vino con la intervención de Casimiro García-Abadillo, de quien quizá esperábamos algo más que una mera lección de Historia (que además todos conocemos) sobre el devenir del terrorismo de ETA, aportando pocas novedades (apenas un par de anécdotas sobre los infiltrados en la organización o la postura del presidente Zapatero). Poco tardaron Nacho Tomás o José Augusto González  en tuitear su disgusto con el discurso tanto en contenido como en forma, acusándole incluso de un "adoctrinamiento" que, sinceramente, tampoco vi, más allá de la exposición habitual de una visión de la situación que como se puso de relieve por parte de García -Abadillo "debe terminar con una parte derrotada, ETA no puede ver satisfechas sus demandas por vía de una negociación que cambie paz por vidas".
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Concluidas las intervenciones se produjo un turno de palabra que resultó prolijo en las preguntas-discurso de algunos, escaso en el número de cuestiones atendidas y demostrativo de que a pesar de las peticiones en tal sentido de quienes conducían el acto la "cultura tuiter" (concisión, brevedad) aún no está generalizada.
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Ese formato habría resultado profundamente enriquecedor en el turno de "ruegos y preguntas" al haber permitido la participación de un número tampoco demasiado numeroso de quienes interpelamos a través de Twitter a los intervinientes y tampoco muy extenso en quienes redactaron su pregunta en un pequeño formulario repartido a los asistentes que limitaba la extensión de la misma.
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Con unos intervinientes que además hubieran sido escuetos en sus respuestas el formato habría gozado de gran dinamismo, algo que desde luego se agradece puesto que sus exposiciones iniciales no superaron los 22 minutos (formato TED) y nos permitió salir con la sensación de tener ganas de más, lo que siempre es de agradecer.
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Con todo se producian interesantes intervenciones incluso desde el exterior a través de Twitter, como el siempre brillante Quentin Ozores que manifestó que "para resolución de conflictos que en su casa el perro de su madre se coma la comida de los gatos y no corra la sangre". También hubo ocasión para la intriga con un tuit de Ramón Arcas acerca de una asistente cuyo pecho había decidido asomarse a tomar el fresco. Su caballerosidad le impidió señalar a la susodicha (y al susodicho pecho) y probablemente su ubicación impidió la discreta documentación gráfica de tan singular pecho... de tan singular hecho, quiero decir.
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El broche final, inesperado, lo constituyó la actuación de una soprano acompañada de cuerda y piano, que nos deleitó con una serie de piezas además muy apreciadas por los cinéfilos, como el tema de "Cinema paradiso" o el tango de "Esencia de mujer".
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Concluído el acto y tras conocer que el hashtag del evento #1encuentroNOW se había convertido en Trending Topic nacional, disfrutamos de una sencilla cena fría de picoteo lo que aprovechamos para departir en grupos y poder mantener contactos más cercanos con los intervinientes, donde decididamente Galtung terminó de conquistarnos con su simpatía y afabilidad y García-Abadillo nos dio la oportunidad de comprobar que en la distancia corta su discurso de hablar pausado e inalterable ganaba enteros, como atestiguaron Cynthia, José Augusto o Mónica López.
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En la animación del cocktail algunos miembros de la expedición se perdieron entre Valentino y su hijo (dos asistentes que con su atuendo, arreglo capilar y hasta expresión corporal se hacían acreedores de la comparación con el conocido modisto) y algún que otro pibón que sin duda fue convenientemente observado analíticamente, quién sabe si con vistas a su anillado, por parte del maestro de la ornitología urbana Luís Alcázar.
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Concluido todo un postrero gintonic en un local de ambiente chill-out situado en primera línea del paseo marítimo permitió que los expedicionarios murcianos departiésemos amigablemente, momentos en los que tuve la suerte de compartir una larga conversación con Terry, un caballero de origen surafricano que acompañaba a María Aliaga con quien pude intercambiar desde opiniones sobre la idiosincrasia nacional a su experiencia en algún conflicto armado en el continente africano, o impresiones sobre el devenir socio-político-económico de China. Aclaro que escribo surafricano por no caer en el galicismo de "sudafricano" aunque esta última sea la forma preferida por la RAE y de hecho no me la resalta el corrector ortográfico. No derrotamos a Napoleón para esto. Y ya de "Sudamérica" ni hablamos.
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Durante el viaje de vuelta en el autobús tuvimos momentos para el agradecimiento a cargo de los responsables de la organización y para la sonrisa gracias a las intervenciones de José Egea y Luís Alcázar, e incluso gracias a una oportuna interferencia en el sistema de megafonía tuvimos la ocasión de escuchar de primera mano el estremecedor testimonio de uno de los involuntarios protagonistas de la velada: el pecho derecho.
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Pero eso son momentos que se perderán como lágrimas en la lluvia. Mientras esperamos que la iniciativa NOW que con tanto éxito ha dado su primer paso continúe su andadura y logre mejorar incluso lo que hemos podido vivir en esta ocasión.