28.1.13

Mejora tu productividad personal gracias al transporte público


Desplazarse en transporte público tiene ventajas e inconvenientes y estos afectan tanto a la esfera privada como a la colectiva. La comodidad de no depender de horarios rígidos y trayectos más largos y lentos de los que haríamos en vehículo particular se contrapone a la reducción de la contaminación o el descongestionamiento del tráfico y el menor coste del transporte colectivo.
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Pero dejando a un lado esos factores, que serían motivo de otro debate y que también habría que matizar en función de las circunstancias, hoy me quiero detener en una indudable ventaja de la utilización de los medios de transporte públicos: su uso facilita tiempo que podemos emplear para la mejora de la productividad personal.
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Este concepto, que mi querido Javier Fernández Gallardo se encarga personal y profesionalmente de implementar en amigos y clientes gracias a un eficiente apostolado de la doctrina del imprescindible Berto Pena, puede resultar decisivo si sabemos aprovechar sabiamente los recursos a nuestro alcance. De hecho cualquier modificación de nuestra rutina cotidiana que permita ampliar el tiempo que tenemos disponible para obtener de el un aprovechamiento oportuno y eficiente recibe en terminología de Javi el nombre de "bertopenización", así que hoy espero añadir una pequeña migaja a ese provechoso sendero.
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En mi caso me veo obligado con cierta asiduidad por motivos laborales a desplazarme fuera de la ciudad para hacer gestiones en Juzgados de otras localidades y suelo moverme siempre en motocicleta. Al residir en una urbanización en las afueras ya empezamos el día con un desplazamiento de unos 16 kms que incluye un tramo de autovía. Y en días como el de hoy el viaje interurbano supera los 50 kms de ida y otro tanto de vuelta.
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Por circunstancias que no hacen al caso hoy bajé a la ciudad en autobús desde la urbanización, algo que en ocasiones hago y que ya me había permitido calcular que si bien por un lado tardaba casi tres veces más tiempo en realizar el trayecto que si lo efectuó en moto, al menos dejar de ser por un día motero para convertirme en pasajero de autobús me permitía emplear esa media hora larga en realizar, gracias al tablet (de este dispositivo también habría que hablar un día con más calma), tareas como revisión de correo electrónico y lectura de diarios digitales que habitualmente terminas haciendo en algún momento del horario de trabajo. Lo comido por lo servido. Pero en alguna ocasión empleé ese trayecto para otras cuestiones de índole profesional.
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Entre otras de mis ocupaciones soy redactor en medios digitales y siempre ando salpicando la jornada de oasis en los que dedicarme a documentar y elaborar esas noticias. El trayecto en autobús constituía (a pesar de las ocasionales pérdidas de cobertura, que esto sí que es otro tema) un excelente interludio en el que redactar textos, seleccionar informaciones, editar fotografías... veinte minutos bien aprovechados me permitían poder tener lista una noticia por la que cobró un 500% de lo que me cuesta el billete de tren. Esto es aprovechar el tiempo. Tardo tres veces más que si bajo de casa a la ciudad en moto, pero al menos gano dinero.
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Hoy tocaba desplazamiento a un Juzgado de fuera que además es una localidad con la que existe comunicación mediante tren de Cercanías. Y me pongo a consultar horarios. El trayecto es de 35 minutos en cada sentido, sumemos otros 10 en cada tramo a pie desde la estación al Juzgado y viceversa, y el precio del billete ida y vuelta, volviendo a medir el rendimiento del viaje y lo que cobro por cada noticia, queda abonado si me da tiempo a escribir aunque sea una sola noticia.
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En el trayecto de ida compongo dos textos, en el de vuelta uno. Y me sobra tiempo para escribir esta reflexión. Con la calculadora en la mano, si esta noche regreso a casa haciendo uso del transporte público y continúo escribiendo con este aprovechamiento durante el trayecto en el cómputo total diario habré ganado mientras el transporte publico me lleva allí donde el trabajo requiere de mi presencia el dinero suficiente como para pagar desplazamientos como el de hoy durante toda la semana.
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No son cantidades elevadas las que ganaré escribiendo durante estos trayectos, que en tiempo rondan las dos horas, pero si hoy los hubiese realizado en moto, aunque no habría ganado mucho más tiempo sí que no habría ganado ni un euro porque conducir y escribir al mismo tiempo es algo poco recomendable.
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Habrá ocasiones en que por diversas razones no me convenga esta combinación aunque suponga perder las ventajas que reporta, será porque la alternativa lo merece, pero a diario hay muchas posibilidades de emplear lo que podría denominarse "tiempo muerto" para obtener algún beneficio de él. También habrá que sacar la calculadora porque quizá no siempre compense este procedimiento, pero yo, por si acaso le sirve a alguien, dejo aquí mi experiencia.

25.1.13

Sobre los hombros de los gigantes



Bernardo de Chartres fue un filósofo neoplatónico bretón que vivió en el S. XII y del que poco nos ha quedado más allá de formular la frase que popularizó sir Isaac Newton: "si he visto más lejos es porque me subí a hombros de gigantes".
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No confundamos auparnos a hombros de alguien con pisar a otro para subirnos sobre él. En este último caso es probable que alcancemos algo más de altura y nuestra perspectiva aumente, pero siempre será más limitada que cuando alguien mucho más alto que nosotros nos ayuda a sumar su altura y la nuestra. Además habrá sido a costa de someter a alguien, despreciándole, humillándole, aprovechándonos de él... Por contra si el aporte del otro nos enriquece y nos ayuda es ese el momento en el que realmente crecemos, el momento en el que llegamos a distinguir lo que nunca nadie antes había visto.
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La transmisión del conocimiento debería partir siempre de la pasión por mostrar y enseñar de una parte, combinada por la otra con el ansia de saber, la curiosidad y la humildad. Como decía Sean Connery a Wesley Snipes en "Sol naciente", "el kohai siempre sigue al sempai". Pero si el alumno ha de superar al maestro esto debería producirse de forma pacífica y agradecida, no violenta y en confrontación. Respeto y gratitud para quien nos eleva a un estadio superior ampliando nuestra perspectiva.
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Es lo que se empeñaba en transmitirnos Newton, auténtico revolucionario de la Ciencia y junto con Einstein uno de los escasos grandes científicos que lograron reconocimiento en vida a su contribución por el progreso humano. Su inquietud al preguntarse porqué las manzanas caían siempre hacia abajo y si lo harían igual en la Luna obligaba a superar todos los planteamientos que se tenían como inmutables desde la Antigua Grecia y a través de los trabajos de Copernico y Galileo (quien murió el mismo año que nació Newton, casualmente). Su reto no era pequeño: hacer tambalear los cimientos del saber de su época para alumbrar una nueva era.
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Sir Isaac fue capaz de asimilar el conocimiento de los que le precedieron y superarlo. Nada volvió a ser igual. Y hoy podemos repasar su vida, sus descubrimientos, su vida y su obra de un modo único: con la aplicación Isaac Newton App para iPad que han desarrollado dos murcianos, Juan Álvarez y Jorge Gómez, a quienes esta semana he tenido como invitados en el programa de Radio Online Murcia LIMONES RADIOACTIVOS.
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A través de un apasionante recorrido ilustrado con sus magníficos dibujos y gracias a las inactividad que permite un dispositivo como el tablet, aprender nunca ha sido una experiencia tan fascinante. Y esto es sólo un primer capítulo de una prometedora mirada a los pilares del saber. Ahora es el momento de preguntarnos ¿hasta dónde alcanzará la vista de quienes miren desde los hombros de este gigante?

14.1.13

Ferraris made in Jaén



Leo en El Mundo-Andalucía que China se dispone a lanzarse al cultivo intensivo y extensivo con la finalidad de producir aceite. En la actualidad cuentan ya con 39 millones de olivos y se espera que en pocos años alcancen los 59 millones que hay en Jaén, la mayor región de cultivo de aceituna y zona responsable del 20% de la producción mundial.
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De ahí a que, como en las últimas décadas se ha ido convirtiendo en habitual, alguna provincia China se especialice en este sector e inunde el planeta con tasas de penetración en torno al 90% no va a pasar demasiado tiempo.
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Algunas circunstancias benefician además esta implantación del olivar en el país asiático. Por un lado las zonas donde está desarrollándose este cultivo se encuentran cerca de montañas de las que reciben agua del deshielo en primavera, lo que se está aprovechando para optimizar los riegos mediante sistemas de goteo. Pero esencialmente un factor decisivo es que el salario medio de un agricultor ronda los 20€ mensuales. Imbatible. En poco más de una década China podría ostentar la hegemonía mundial de la producción de aceite de oliva.
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Ante eso ¿qué se puede hacer en zonas de España como Córdoba, la mencionada Jaén u otras en las que actualmente el cultivo de oliva representa un papel fundamental en la economía? Perdida la batalla de la cantidad sólo queda recurrir a la calidad. Contra el reto inasumible de la competencia contra salarios misérrimos y ausencia de garantías sociales para los trabajadores únicamente queda jugar la baza de la exclusividad.
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En Andalucía hay olivos milenarios, siglos de historia en el cultivo de la oliva y la capacidad de ofrecer al mundo lo contrario que probablemente ofrecerá la agricultura china, que no cabe duda que se centrará en la producción a granel y a bajo precio. La oliva española, que actualmente en cierto porcentaje incluso llega a hacerse pasar por italiana para terminar vendida como aceite de esta nacionalidad, no tendrá más remedio que reivindicar su lugar en el mundo y ofrecer lo que nadie más en el planeta puede vender... porque recordemos, Andalucía sólo hay una.
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En cierta localidad de la Emilia-Romaña italiana hace décadas que se fabrica un producto que probablemente no sea el mejor de su sector, los hay indudablemente más baratos, también los hay más caros. En función de gustos también los hay más bonitos. Y quizá no muchos, pero también los hay más rápidos. Pero si quieres tener un auténtico Ferrari no te queda otro remedio que acudir a los que fabrican en Módena. De donde por cierto también es originario un producto que realmente puede cultivarse en cualquier otro lugar del mundo, pero es el nombre de aquel lugar el que le ha dado fama mundial: el vinagre o aceite balsámico de Módena.
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Pues eso es lo que tenemos en Jaén, el mejor Ferrari que puedes ponerle a una tostada en el desayuno, a la pasta para comer o a la ensalada para cenar. Y sólo lo podemos fabricar aquí. Por supuesto no todo el mundo quiere o puede comprar un Ferrari. Algunos no podemos pagar más que un Seat Ibiza, y algunos de quienes puedan pagarlo quizá prefieran comprar un Bentley o un Maserati, pero cuando dentro de una década China fabrique "Ibizas" como para hacer otra Gran Muralla con ellos en Jaén sólo tendrán dos opciones: cerrar la "Seat" o aprovechar los años que restan hasta que llegue ese momento para conseguir generar interés y mercado para sus "Ferraris".
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Por cierto, esto también es de aplicación al resto de "Jaenes" que en el mundo somos frente a las "Chinas" que nos amenazan.

3.1.13

"El Hobbit": cuando 3D HFR son las siglas de la aventura y la emoción


Si llego a ver esta película con 12 años estoy una semana dando botes.
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A "mis" 12 años, claro, porque imagino que los 12 años de los (no sé si llamarlos niños) jóvenes actuales deben ser muy diferentes: consolas, "Transformers", Internet, menos afición por la lectura...
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La última película de Peter Jackson es larga, sí, pero aunque la entrada sea más cara por aquello de pagar las tres dimensiones y los 48 fotogramas por segundo creo que compensa por la diversión y la emoción que proporciona durante las tres horas que nos mantiene en la butaca. Si tasamos la inversión en euros por minuto de película probablemente sea lo más rentable que pueda uno hacer con 10 euros un domingo por la tarde.
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Aunque como en algunas ocasiones se ha hecho quizá hubiera sido necesario que las salas de exhibición realizasen un pequeño intermedio a mitad de película lo cierto es que a mi por lo menos la película no se me hizo larga, aunque sí debo confesar que hubo varios momentos en los que pensé que ya habíamos llegado al desenlace de la historia: cuando entran a las cuevas y Bilbo se separa del grupo, cuando encuentra a Gollum, cuando el bicho feo manco envía a sus secuaces a perseguirles... a diferencia quizá de "El Señor de los Anillos: el retorno del Rey", no se me hizo pesado eso de que antes de que salgan los títulos de crédito asistamos a media docena de finales.
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Peter Jackson ha conseguido un adecuado equilibrio entre aventura, épica, humor... pero por encima de todo dota de la coherencia y solidez que ya conocíamos de su anterior trilogía al mundo imaginado por Tolkien. Aunque justo al principio marea un poco el ataque del dragón, durante el resto de la película se agradecen y disfrutan enormemente esos planos aéreos que tan bien nos ubican en una Tierra Media que empuja a preguntar el precio de un viaje a Nueva Zelanda.
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Junto a eso, momentos que permanecerán en la memoria como destilado de lo que debe ser una buena película de entretenimiento aventurero fantástico, especialmente la batalla entre los gigantes de piedra y las persecuciones por las cuevas, momentos que casi podrían ser el punto álgido de cualquier otra película y que vistos con los ojos del niño de 12 años para quien J.R.R. Tolkien escribió "El Hobbit" te clavan a la butaca y días después aún pululan por tus neuronas mientras comienzas a hacer planes para cuando, allá por 2015, las tres entregas estén disponibles en BluRay y conectes el proyector de Alta Definición.
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Y llegamos con esto a lo que quizá marque la diferencia con otras películas y que trataré en las próximas semanas de comprobar: la tecnología empleada. He visto "El Hobbit: un viaje inesperado" como supuestamente Peter Jackson prefiere que lo hagamos, en el formato 3D HFR (high frame rate), y la experiencia ha sido realmente asombrosa, como siempre debería serlo cuando la tecnología se pone al servicio del contenido, y no al revés.
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Las tres dimensiones no deberían ser un fin en sí mismo y ciertamente muchas películas casi es mejor verlas en las tradicionales 2D, ni mencionamos aquí las que han sido sometidas al proceso de tridimensionalización en postproducción casi como parte del interés por la productora en obtener mayores ingresos en taquilla y poco más. No mencionaré casos en los que la película original se rodó en 2D hace años ("Titanic", la saga "Star Wars") y que ahora se reestrenan tridimensionalizados porque además del evidente afán mercantilista también hay que anotar en su haber el hecho de que el proceso para dicha conversión suele ser casi artesanal, mucho más laborioso que el de una película rodada actualmente en 2D y ofrece resultados notablemente más logrados.
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Pero la conjunción del relieve con la duplicación de los fotogramas por segundo proyectados ante nuestros ojos, unido todo ello a la tecnología digital empleada por Peter Jackson en el rodaje ofrece una experiencia que, si bien en algunos momentos, por su tremendo realismo, casi nos parece más cercana a la televisión (esas críticas de "parece una telenovela o el vídeo de una Primera Comunión) en realidad lo que consigue es una inmersión total en lo que aparece ante nosotros. Como dijo alguna vez alguien en Twitter "con tanto 3D y tanto 48 fps y cámaras digitales al final van a inventar el teatro". Y parte de ello hay.
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Si evitamos algunos manierismos (el mencionado vuelo inicial con el ataque del dragón, por ejemplo) y momentos muy puntuales la impresión durante el visionado de "El Hobbit: un viaje inesperado" es que nos estamos asomando a una ventana por la que asistimos a las evoluciones de personajes y paisajes, resultando especialmente atractivos aquellos que sabemos que no existen (ni siquiera en Nueva Zelanda), como Rivendel, idílico y onírico emplazamiento con una especial apariencia de tangibilidad.
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Dejaré pasar unas semanas y volveré a ver la película, pero esta vez en 2D (y a 24 fps), para comprobar cómo cambia la experiencia visual, también para satisfacer la curiosidad de si se mantiene el enganche emocional con el espectador cuando despojamos la proyección de tanto aporte tecnológico. Sospecho que sí aunque la inmersión sea menor, puesto que la fuerza de esta película reside en primer lugar en la historia original de Tolkien y a continuación en el talento del visionario Jackson para trasladar a imágenes ese universo. Seguiremos informando. Será duro, pero estos sacrificios alguien tiene que hacerlos, aunque sea el niño de 12 años que todos llevamos dentro y que nunca creció, simplemente hemos aprendido a hacer que se comporte en público.