7.4.08

"Te quiero, pero como amigo"




Debe ser la frase que más dolor causa escuchar, aparte de "es maligno".
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En el caso de los hombres, y parafraseando uno de los momentos míticos de "Friends", también nos duele si nos dicen "no es tan normal, no le pasa a todo el mundo y el tamaño sí que importa". Pero al tema, que levante la mano aquel hombre que no haya confundido las señales y haya creído ver amor donde ella sólo veía amistad.
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Y la ciencia lo explica. Unos investigadores de las Universidades de Yale e Indiana (han tenido que unirse dos centros docentes... ¿tan difícil era averiguarlo?) confirman que los hombres tenemos más dificultades a la hora de interpretar el lenguaje no verbal, de manera que las sonrisas, gestos cariñosos, aproximaciones físicas etc. nos parecen claros, evidentes, irrefutables e indiscutibles síntomas de atracción sexual cuando probablemente sólo sean manifestaciones de mera amistad o incluso un interés platónico que jamás culminará en el plano físico. Vamos, lo contrario de la "follamiga".
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Podríamos consolarnos con que las mujeres también fallan a veces en su apreciación de lo que es intención amistosa y no atracción sexual, pero es que nosotros lo hacemos en una proporción un 25% superior. Realmente preocupante. Se apunta a que además de una mayor habilidad para descifrar el lenguaje no verbal, las mujeres gozan de una mayor capacidad de empatía, lo que les permitiría comprender antes y mejor las auténticas intenciones del prójimo.
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Pero claro, me pregunto yo así, a vuelapluma, en esta plomiza y protolluviosa tarde de lunes... ¿son ellas conscientes de esos mensajes que lanzan y de su más que probable mala interpretación por parte de nuestros simples mecanismos neuronales? Es como cuando antes de salir a cenar fuera tu pareja pide tu opinión sobre si combinan los zapatos con el bolso:
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-No sé, cariño, lo primero que no uso bolsos, y lo segundo que sólo tengo 4 zapatos, dos negros y dos marrones; para mí tratar de combinar colores de zapatos como verde, azul, rojo, amarillo, dorado o "beisssssh", por no hablar de los de piel de leopardo, es como si me pidieras que te recitara la tabla periódica de los elementos químicos al ritmo del "Chiki chiki".
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Sabéis que no damos para más ¿porqué entonces enviarnos señales confusas? Nosotros a nuestros amigos, para demostrarles que lo somos, no les cogemos de la mano, ni les apoyamos la cabeza en el hombro, ni les sonreímos poniendo ojitos, ni les dejamos darnos masajes... Cuando un hombre hace eso a otro hombre antes se ha asegurado de dos cosas: (a) el otro TAMBIÉN es gay / (b) hay condones cerca.
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Luego hay algunos romanticos que cuando te hablan de su pareja te dicen "estoy loco por ella". No, hijo, eso no es locura... afortunado de tí, tú ya sabes que ella TAMBIÉN quiere sexo contigo. Loco te vuelves cuando todo es un sí pero no (que no sabes si eres tonto o es que se está quedando contigo), un quedamos pero no mojamos (que no sabes si estas ante una de las 3 que quedan que quieren llegar vírgenes al matrimonio o por el contrario es mala suerte a corto plazo y triunfarás en unos días, cuando se le pase la regla o vaya a depilarse), un te abrazo y te hago cosquillas y te dejo que me mires como un cordero degollao pero cuando te acercas a menos de medio palmo de su cara sale espantá cual bandada de vencejos (que te mosquea porque tu madre te juró y te perjuró que no le había puesto ajo al potaje) o el reiterado temita de los masajes, que tu le juras y le perjuras que ni sabrias escribir correctamente fisioterapeuta (de hecho he tenido que mirarlo en la Wikipedia) pero ella insiste en que le quites "esa pequeña contractura que tengo aquí, por debajo de los riñones... me bajo un poco el pantalón para que te sea más cómodo". Sí, mucho mejor... me encuentro ahora de lo más cómodo, y además casi no me aprietan los calzoncillos, piensas para tus adentros mientras tus afueras parecen los de un ajedrecista consumado, de lo concentrado que te pones.
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Y es que nosotros, en fin, somos así de simples. Si acariciamos el brazo de una mujer es porque nos encantaría recorrer con nuestros dedos la geografía de su espalda; si al darnos dos besos no son nuestras mejillas lo que se encuentran mutuamente sino que posamos nuestros labios sobre su cara, es porque anticipamos el sabor dulce de los recovecos de su piel; si dejamos que nos coja la mano es para imaginar como será cuando sus dedos y los nuestros se enlacen al alcanzar el infinito sensorial de un orgasmo; si aguantamos su mirada y su sonrisa es porque deseamos encontrar en ese espejo nuestro rostro cada vez que pensemos en sus ojos y sus labios.
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Como colofón, la imágen que ilustra esta entrada es nada más y nada menos que un Condesador de Fluzo, el ingenio que permitía que la máquina del tiempo de "Regreso al futuro" ideada por el doctor Emmett Brown, llevase a Marty McFly al pasado y al futuro y al presente... a todos ellos y a sus paralelos. Una vez desentrañado el secreto del viaje en el tiempo el bueno del doctor Brown veía llegado el momento de dedicarse a investigar el más delicioso de los secretos, el mayor misterio del Universo: las mujeres.

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