

Esos dos pollos de ahí arriba se llaman Zachary Pinto y Justin Chatwin, y representan en la pantalla respectivamente a Spock y Son Goku.
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Al primero lo conocemos por la serie "HEROES" y al segundo por el remake de "La guerra de los mundos", donde hacía de hijo de Tom Cruise, que ya tiene lo suyo el pobre con eso.
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La peli de Dragon Ball es un proyecto de la FOX y la dirige James Wong, que además de capítulos de series como "Expediente-X" y la desasosegante "Millenium" se encargó también de llevar las riendas en "El Único" (con Jet Li) y "Destino final", para mí una de las sagas de pelis de miedo modernas más originales, no sólo por las ocurrentes formas de hacer que casquen los protas sino por la ausencia del típico "malo"... en estas pelis es LA MUERTE en sí misma, ineludible y despersonalizada, la que uno a uno va acabando con todos... o casi. El productor es Stephen Chow, artífice de "Kung Fu Sión" y "Shaolin Soccer", así que la espectacularidad y la acción trepidante están más que aseguradas.
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El proyecto de Star Trek corre a cargo de JJ Abrams, también procedente de la tele ("Alias" y compañía) y en esta entrega número nosecuantosmil se encontrarán el Spock del pasado y el del futuro, asi que veremos al mítico Leonard Nimoy dando la réplica al actor más conocido por ser Sylar, el malo de "HEROES".
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De Star Trek he perdido la cuenta de las que han hecho, y eso que la primera era nada más y nada menos que del maestro Robert Wise. De aquella peli guardo un recuerdo muy especial.
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Primero porque pese a tener unos 12 años cuando la vi, como desde pequeño me interesaba el tema de la astronomía y recordaba de la fantástica serie documental "Cosmos" del inmortal Carl Sagan todo lo referente a las sondas Voyager, me dejó sorprendido ver como ésta aparecía en una obra de ficción, además cumpliendo el papel tan importante que desempeña en la trama.
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La otra cosa que me hace guardar un recuerdo imborrable de aquella noche es que la peli la vi porque me llevó al cine (al Coliseum, detrás de la iglesia del Carmen, hoy un bingo... el cine, no la iglesia, jenízaros) la chica que cuidaba de mis hermanas pequeñas y de mí. Una chica de Caracava de la Cruz ("mújer áspera la caravaqueña", como dejó dicho el Sr. Prández) preciosa y encantadora que además un año fue Reina de las Fiestas, no recuerdo si Mora o Cristiana, en fin, lo que usen allí.
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Pero siguendo con mi niñera, no sé si me sorprende ahora que ya por entonces me fijase yo en estas cosas y tuviese un sentido tan refinado de la estética femenina... supongo que aquellos lodos han traído estos polvos... o al revés... o lo que sea.
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En fin, la cosa es que después de ver la peli en el pase de las 10 volvimos a casa (inciso: era verano, mis hermanas pequeñas estaban en Moratalla con mis abuelos y mis padres habían salido de cena) y nos fuímos a la cama. Los dos. En la cama donde ella dormía cuando se quedaba alguna noche, en el cuarto de los juguetes. Y leímos comics de Summers (sí, de pequeño leía viñetas políticas de Forges, Summers, Chumy Chúmez... así he salido) hasta que ella se durmió.
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Recuerdo como si fuera ayer quedarme un buen rato mirándola dormir. De vez en cuando viene a mi mente ese momento y me alegro de haberlo guardado tan bien en esa biblioteca de la memoria, y casi poder oler el champú de su pelo (se lo lavó antes de irse a la cama) o casi notar el tacto de un mechón de su largo y liso cabello oscuro que me atreví a apartar de su rostro con mis manos aún inocentes (que sí, que lo eran, no penséis como el ladrón que todos son de vuestra misma condición, pecadores).
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Estuve un buen rato así, contemplándola, simplemente admirando a una mujer tan guapa y siendo consciente de que estaba junto a ella bajo unas sábanas, en una situación que intuía que tardaría años, largos años, en repetirse y sobre todo en gozar (nunca mejor dicho) de un significado algo menos inocente que el de esa noche.
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Finalmente me levanté de la cama con cuidado de no despertarla, la tapé y aún me demoré en la puerta antes de apagar la luz e irme a mi dormitorio como el buen chico que siempre me empeñé en ser. Y desde entonces, de vez en cuando, como ahora, cuando veo a Lola Forner en alguna revista o en la tele o me acuerdo de la primera peli de Star Trek, recuerdo esa noche, y quizá quiso la casualidad que fuera ahí donde nació mi costumbre de ponerle a la gente rostro de actores y actrices.
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No sé si mañana tendré las orejas largas o habré encontrado las 7 Bolas del Dragón, pero en cualquier caso, seguiremos informando.