El Maestro Gil Perforeitor y su encantadora hermana Alejandra nos prepararon a toda la cuchipanda Vikinga, consortes incluídas, una cena mexicana deliciosa... guacamole, alambre, moles... y de remate golosinas picantes para pinches eskuíncles.
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No digo más que me atreví con el picante y hasta con un ronsíto...
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Ellas se acomodaron en su rinconcico con la calefacción central (un radiadior que había en mitad de la habitación) y los machos nos quedamos en nuestra ala, a lo nuestro, aunque pudimos enterarnos a medias por su esposa de ciertas intimidades de cierto exiliado al Lago Maggiore merced a que estas lo largan todo y que de vez en cuando dejábamos de hablar de nuestros temas habituales: la literatura del S. XIX, el desarrollo de la industria textil Holandesa, el Japón meijí, la filosofía de los sufíes y lo de porqué no jugó Raúl en la selección.
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Marina tenía que ser defendida por el propio Güey de los chistes sobre rubias que contaba su propio marido, Rizzo2-D2, que no podía sino defenderse con el viejo truco de "no irás a pegar a un hombre con gafas".
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A Noelia ya se le notaba la tripita... bueno, la tripa, y Jorge compartía sofá con SergioTron, que está en capilla y a espaldas de María no terminaba de decidir si su despedida la quiere con extracomunitarias o volvemos a llamar a Conchi y su amiga la del tatuaje.
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La Castelló, mientras tanto, trataba de convencernos de que no le diésemos de beber cerveza a su retoño, que se la diéramos a ella que ya le llegaría al infante a través de la leche materna, lo cual propició el interesantísmo debate de si sería buen negocio una empresa de venta de leche materna de, por ejemplo, Monica Bellucci.
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Mientras Germán nos demostraba que ya podía caminar sin su zapatófono y su Isabelica lo miraba de soslayo cuando decía que tenía que ir al taller a recoger la moto con la que un rumano le abordó a lomos de un Hiunday Coupé tuneáo hace unas semanas.
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Pese a todo, Alejandra consiguió hacernos creer que toda la cena había sido obra de su hermano, pero a la que yo veía dar el callo en la cocina era a ella... ay, hidrocálido, que cuco eres.
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Mientras, en la habitación de al lado Habichuelo era tiernamente impelido por TitoRo a expulsar los gases de su ración de leche materna convenientemente aderezada de chiles y acompañada de un tequila reposado, como Dios manda.
2 comentarios:
Un gran relato murcianico... pero debo confesar q la comida la hicieron unos ilegales "sinpa" que había escondidos...
La foto del habichuelo mola un chingo!!!!
Y eso que cuando llamé a la puerta para que me abriérais enarbolé la placa de la Mereterica y grité bien alto "¡¡¡INMIGRACIÓN, ABRAN!!!".
Por cierto, que no lo había explicado, el título de la entrada hace mención al término azteca para denominar un guateque...
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