Carne a cascoporro en El Pozo del Esparto (Almería), agua de lluvia recogida en el aljibe, palés de madera que hay que serruchar (sí, existe la palabra, lo he consultado en el diccinario online de la Real Academia de la Lengua Española, la que "limpia, fija y da esplendor", ese lema sustraído a las multinacionales de los productos de limpieza) para hacer el fuego con el que avivar el carbón con el que conseguir las brasas con las que la carne se vuelve transparente. Y no se crean, no, que es baladí la labor de desbrozamiento del palé, que llevaban unos clavos que ríase usted del bosque de espinas de "La bella durmiente" (así lo vió Gustavo Dorè).
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El Caballero Satanásico Soki es muy peligroso con un fuego encendido, el huerto del abuelo se echa a temblar cada vez que le ve venir con la barbacoa y un cargamento de carne. Es como las brigadas de bomberos de "Fahrenheit 451" de Ray Bradbury pero en plan "one man army".
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Tampoco hay que desdeñar los "volován" de morcilla obra de Atala... una pena que yo odie profundamente la sobrasada y los dos primeros que me apreté eran de... sí, exacto, de sobrasada, que en casa de pequeño llamábamos "sapoasao". Sí, realmente asqueroso si alguna vez has visto un sapo pisado por un coche, despanzurrado en la carretera... ahora lo asas y lo metes entre pan y ¡voilà!
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La cosa es que nos juntamos allí para celebrar el cumple de Marina y nos acompañaron el novio de la "ojomeneada", Rocío, Roseta, Paloma, José, "Brús", "El Maki"... y uno que quería ser el Capitán de los Frikis pero que, claro, el pobre no tenía nada que hacer ante EL EMPERADOR de los Frikis, aquí quien suscribe...
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Por haber es que hubo hasta castañas y todo, que sólo le faltó al Soki ponerse el pañuelo negro en la cabeza y la toquilla en plan Doña Rogelia.
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En fin, que sufrimos mucho, que apenas comimos ni bebimos nada, que al día siguiente apenas había cantes por el suelo y que prácticamente no ardió nada.
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Na más que de sufrir y de padecer... son los sacrificios que tiene uno que hacer para poner cosicas en este blog, no digáis que no me lo curro.
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