15.11.07

La jungla del arancel: no siento las tasaciones de costas



Después de duras semanas aprendiendo los intrincados entresijos del Arancel del Procurador de los Tribunales correspondía rendir honores a Guillermo, nuestro Maestro en tan arcanos misterios, y nada mejor que una cena en el restaurante mexicano La Frontera, con cerveza Sol por cubos (no quedaba Coronita), algún que otro botellín de Desperado, y guacamole, fajitas y costillares con salsa barbacoa como si se fuera a acabar el mundo.
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Es aún árduo el camino que queda al temerario explorador de la procelosa jungla arancelaria procuradurística, pero hay un Eldorado al final de tan abrupta foresta en forma de cuenta correctamente pasada al cliente, convenientemente liquidada y mejor tasada por el siempre inflexible Secretario Judicial... Secretaria, en femenino, habría que matizar, dada la escasa representación del género masculino en este sector de las profesiones jurídicas.
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En cualquier caso debemos a la paciencia y sabiduría de Guillermo, a su rectitud y combatividad, los conocimientos adquiridos y aún diría más, como los personajes de Tintín, el gérmen que ha depositado en nosotros de la honorabilidad profesional, el respeto por el trabajo y antes que nada, la autoconsideración y la valoración de uno mismo como persona y como Procurador (Habilitado, en mi caso) como vía de realización de un trabajo honrado, con la finalidad de servir al justiciable, contribuir al desarrollo de la labor de los Tribunales y reivindicación de nuestra labor, humilde, callada e infatigable, frente a los compañeros y los no tan compañeros en este sin vivir maravilloso de los pleitos.
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Después de la cena nos quedamos un selecto y reducido grupo a tomar alguna copichuela. Desechamos el Plaza 3 porque aquello era un antro con una fauna que debería estar anillada para su control ornitológico (mucha pájara siendo acechada por mucho pájaro, y viceversa) así que fuímos al Kennedy´s, el irlandés bajo la Casa de los Nueve Pisos, donde quiso la casualidad que nos encontrásemos en carne mortal quien suscribe y mi idolatrado Ángel, despojado de sus cánones y sus pentagramas pero ataviado con la elegancia que le caracteriza.

2 comentarios:

Imperator dijo...

"Es aún árduo el camino que queda al temerario explorador de la procelosa jungla arancelaria procuradurística, pero hay un Eldorado al final de tan abrupta foresta en forma de cuenta correctamente pasada al cliente..."

Que florido te ha quedado, conozco a una moza de la foto, pues yo antes de que termine el año me colegio pero en el de abogados, que nunca se puede decir de esa agua no beberé ni una toga no me pondré...

Antonio Rentero dijo...

Si es q el adorno es lo mío ;-)

Ni este cura no es mi padre ni esto por aquí no cabe...