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Este sábado he terminado "Checas de Madrid" y he empezado "Mentiras de la Historia de uso común", ambos de César Vidal (alias "un-libro-nuevo-cada-semana"), pero es que el viernes me compré "Next" de Michael Crichton (más de 500 páginas) y ha caído, también me compré "Las mentiras del cambio climático" de Jorge Alcalde y lo he empezado, me compré la habitual dósis de literatura de aeropuerto cataclísmico-conspiranóica, "El códice de la Atlántida" de Stel Pavlov y también le he pegado un avance importante.
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Además llevo en danza "10 relatos de crímen y misterio", recopilando textos de Maupassant, Conan Doyle, Apollinaire, Poe, Wilikie Collins, de Quincey, Bierce, Chesterton... me lo dejó mi querido y radiofónico Ramón antes del verano y de tanto en tanto me leo un relato... quiero devolvérselo antes de Navidad.
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También llevo adelante, leyendo en pequeñas "diócesis" volúmenes tan interesantes como "La era del estreñimiento" de Oscar Terol, "Vocabulario de las Hablas Murcianas" o "Derecho al honor, la intimidad personal y familiar y a la propia imágen. Derecho de rectificación. Calumnias e injurias" de José Alfredo Caballero Gea. Estos últimos, por su propia naturaleza invitan a no ser leídos de una sentada.
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También a plazos me voy leyendo lo que mi querido Johnny Bravo me regaló por mi cumple una guía que ha encontrado en su nuevo hogar, Torino, "In moto per l´Italia nord", con una dedicatoria irresistible:
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"Te sobran los motivos. Este es uno más".
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Hace casi un año que voy también leyéndome por entregas "El libro de las ilusiones" de Paul Asuter, préstamo de Paula que devolveré cuando lo termine, nunca antes.
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Y bueno, por terminar, en el despacho también tengo literatura para entretener esos momentos íntimos de recogimiento con el señor Roca, "Mensaje cifrado", de la murciana Marta Zafrilla, "La Procuraduría", de Sara Díez Riaza y "Pura anarquía" del inefable Woody Allen.
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Salen 14 libros en danza. Unos me lleva meses terminarlos, otros caen en unas pocas semanas, algunos son cosa de días o incluso de horas, como me pasa si cae en mis manos un fin de semana algo de los sospechosos habituales, Crichton, Cussler o mis adorados Douglas Preston y Lincoln Child, protagonistas de una de mis primera entradas en este blog allá por el lejano agosto de 2005... sí, guadianescamente pero este blog tiene ya su tiempo.
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No podría elegir entre un tipo de literatura y otro. La de evasión siempre tiene su aquel y ayuda a despejar la mente aunque sea a base de calidad pasable, las grandes obras maestras tienen el indudable sabor del tesoro exquisito, las obras de consulta enriquecen y fortalecen el espíritu cuando eres capaz de transformar el aparente tedio en virtuosa curiosidad, y detecto últimamente (en los últimos años, vaya) como el ensayo y la Historia, especialmente la de los conflictos belicos, va adentrándose a pasos agigantados entre mis gustos. De los últimos 50 libros que me he comprado, 45 pertenecen a esta categoría.
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¿Será que me hago mayor? ¿será que la realidad siempre termina superando a la ficción? De acuerdo, leer es vivir las vidas que otros pensaron, y esto es vivir de prestado, pero puede que ahora me empiece a interesar más la realidad... Oh, querida literatura... ¿será porque te amo?
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