18.5.08

Las caipirinhas de la barbacoa acabaron con las estrellas del blues





Así, por los suelos, acabó la barbacoa de hoy en casa del Consejero Prández, Sede Satanásica por antonomasia.
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En principio iba a ser solo barabacoa de comida, pero la sobremesa se alargó deliciosamente merced a la excelente compañía: los padres del Consejero, la Caunselora, Pepito, señora, retoñita y suegra, la M´hija... y el cronista que esto les relata. También tuvo su parte de culpa las dos rondas de caipirinhas. La primera a cargo del anfitrión, que no contento con deleitarnos con suculentos costillares, deliciosos "italiagnolos" (receta propia del mismo y un servidor en las que intervienen huevos de codorniz y pomodori secci), ensaladas, gambas al ajillo... y una tarta de los Antolinos que quitaba el sentío... pues nada, que se destapó después de los cafés y las infusiones con una rondica de caipirinhas.
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Pero claro, no contaba con el adorno siempre presto al quite del Consejero Rentero, que sigilosamente se coló de rondón en la cocina y gracias a su receta secreta consiguió superar el original consiguiendo unos vasos de granizado de hielo impregnado con leves toques de cachaça y una espuma de limón natural generosamente prestado (aunque desde la ignorancia del hecho) por el dueño del bancal vecino.
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El acto de descarga de los limones sobreros se llevó a cabo en connivencia con la Primera Dama que demostró su habilidad en tales menesteres. Tras una sobremesa que los tiempos recordarán por lo divertida, ingeniosa y agradable, la noche se cernió sobre los supervivientes, que no tuvimos más remedio que preparar una cena a base, entre otras delicatessen, de la mítica tortilla de patatas de la Mamenawer.
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La velada se vió amenizada por un conjunto musical de nuevo cuño, formado por tres jóvenes y prometedores artistas: Javier al bajo, Pepito a la guitarra y el Renterillo, como aún no estaba conectado el teclado, obvió la ausencia de harmónica con unos acertados silbidos con un alma y un sentimiento propios del delta del Mississippi. Digamos que fue el nacimiento de un grupo de blues de bajos vuelos, tan bajos que fuímos agachándonos mientras tocábamos una pieza totalmente improvisada hasta quedar tumbados en el suelo mientras duraba la interpretación. Pepito se sentó finalmente en el sofá pero hemos decidido que no le vamos a echar del grupo por ese gesto postrero de acomodamiento burgués.
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No descarten que esto sea el principion de una inenarrable aportación a la Historia de la Música. Que Dios nos pille confesaos... y si es posible merendaos (c) Javi.
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3 comentarios:

sushi de anguila dijo...

Sana envida de este plan que te hace rodar por el suelo con los amigos, incluyendo asimismo dos elementos tan esenciales para alcanzar la felicidad como el buen yantar y la estelar presencia de la música...Fuerte abrazo...

Antonio Rentero dijo...

Fíjate cómo será la cosa que cuando estás con amigos, comida, bebida y música... casi que ni te acuerdas del sexo!!!

Como bien dices, la felicidad está hecha de estos momentos, y realmente la tarde de ayer sé que será memorable.

Anónimo dijo...

aahh casi,oseo que te acuerdas,jajaja.Niño como grupo prometeis.La bruha LOLA