"The Rocky Horror Picture Show" no es una buena película, pero no es tampoco un caso aislado de la peli mala, floja o de calidad discutible, que se convierte en un gran éxito por la sencilla razón de que la gusta al público.
Dejando para otro día la eterna discusión entre calidad y aceptación popular, la película de la que hablo es un musical en clave totalmente histriónica, ambientación kitsch, glam y en general pasadísima de rosca, personajes imposibles, actores en estado de gracia, como el incomparable Tim Curry, y de postre la curiosidad de ver a una jovencísima Susan Sarandon representando a una jovencita que al principio es inocente, pero que luego... y hasta ahí puedo leer.
En breves palabras, la película cuenta como una pareja se pierde en una noche tormentosa y lleva a una misteriosa mansión, donde el doctor Frank´n´further les acoge, desvelándose posteriormente que este, así como sus acólitos, no son sino vampiros tansexuales procedentes del espacio exterior. Argumento en la más pura tradición de la serie B de los años 50. Sólo que han pasado más de 20 años, estamos en los 70, y la liberación sexual junto con las nuevas corrientes musicales hacen que esta comedia operístico-sexual de una noche de verano se convierta en una peli de culto por una razón bien sencilla: la participación del público.
Todo esto procede de la costumbre que fue naciendo en los pases nocturnos de "The Rocky Horror Picture Show" en los inevitables USA (dónde si no) donde los asistentes a tales sesiones golfas iban oncorporando progresivamente elementos participativos en determinados momentos de la proyección.
Así, cuando en la película asistimos a la salida de una boda hay que tirar arroz, cuando llueve la gente tira agua con pistolas de ídem, hay que cubrirse la cabeza con un periódico, cuando suena la canción "I can see the light" ("Veo una luz") hay que encender un mechero... en fin, una lista algo absurda pero divertida al fin de comportamientos chocantes, incompatibles en principio con lo que supone ver una película en una sala comercial.
Porque esa es otra, en este caso el Centro Cultural Puertas de Castilla de Murcia es quien se encargaba de ofrecernos esta interesante oportunidad de desbarrar en el cine, pero claro, vean como queda la sala al final de semejante dislate. No veo yo a las salas comerciales dedicándose a la recogida en masa de restos interminables de arroz, pan tostado, periódicos mojados, cascabeles, guantes de goma, barajas...
Al final la diversión estába casi más que en la película en la algarabía del patio de butacas, especialmente porque los que ya son veteranos en el visionado de la peli disfrutan de lo lindo ajustándose a la sincronización en la realización de estas pequeñas tareás interactivas más que los "vírgenes" (que es como nos llamamos los que vamos por primera vez a uno de estos saraos, como Eva y yo) y especialmente llevándose sus propias pistolas de agua o botellas con reserva extra de agua.
Y es que al llegar te dan tu propia bolsa de materiales, el "kit del friki", cuidadosamente envuelto todo en celofán y con todos los elementos individualizados y retractilados. Lo mejor de todo es que al final la peli es gratis (entrada libre hasta completar aforo), la bolsa de chismes también, el ambiente, el cachondeo sano y el descontrol semiorganizado resultan muy estimulantes. Y bueno, al final hasta la peli tiene sus momentos, con algunas canciones que nos hacen ponernos a todos en pie y bailar y hacer palmas.
Diversión asegurada, risas, cine gratis y para colmo sales de la sala mojado, lleno de arroz y serpentinas, con restos de papel de periódico mojado por todas partes tarareando cancioncillas glam de los 70... ¿se puede pedir más por menos? Y para todo lo demás, MasterCard.
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