Esta noche ha presentado Miguel Angel su nuevo libro, "La so(m)bra de lo Real: el arte como vomitorio", en el Museo de Bellas Artes de Murcia, incomparable marco. ¿Como era el marco? incomparable, ¿como es el Rey? campechano, ¿como son las fechas? muy señaladas, ¿como era el escenario? dantesco ¿y la situación? rocambolesca... qué bonito es el idioma español.
Bueno, a lo que iba, que enseguida me ando, y no siempre por las ramas... que ha presentado una de esas cosas con páginas escritas con letras que dicen cosas sobre ideas que se le pasan por esa cabeza que Dios le ha dado, a pesar de que no creo que crea en Dios, vamos, que no crea él, que yo sí que creo. Habló al final y empezó por pedir disculpas por algunas cosas, otras supongo que se las callaría... mucha culpabilidad arrastra este hombre. Luego llegó el turno de los agradecimientos, a todos los que le rodean, mención especial a Pedro Alberto, a quien tanto le debe... le debe hasta 80 euros.
Pedro Alberto, al que tanto quiero y admiro, es una cabeza privilegiada, probablemente la cabeza mejor amueblada que conozco, tanto que se merecería un especial de decoración hogareño-cerebral del Architectural Digest, y Miguel Angel no le anda a la zaga. Estoy convencido de que su labor al frente del CENDEAC (Centro de Documentación y Estudios Avanzados de Arte Contemporáneo), tanto como su labor investigadora, ensayística, crítica y docente, unido todo ello a la creación de auténticas líneas maestras no ya sobre la crítica del arte actual sino incluso me atrevo a asegurar que adentrándose en la filosofía, más tarde o más temprano, se verán justamente recompensados con el reconocimiento de la posición que con el tiempo van a tener sus posturas en las corrientes de pensamiento de estos tiempos extraños que, por H o por B nos ha tocado vivir.
En la presentación del libro ha intervenido un profesor de filosofía, cuyo nombre lamento no recordar, que a pesar de su promesa de "brevedad" (y eso si que es imposible, querido Miguel Angel, y no el sacarse los ojos) nos deleitó a los masocas que llegamos a disfrutar con estas cosas, con un elaborado discurso alrededor de las ideas que Miguel Angel nos regala en este libro y era extremadamente sencillo comprobar como toda la elaboración procedente de esas células grises no es ni gratuita, ni superficial, ni carece de intención, contenido o dirección.
No es el momento ni el lugar, ni yo el más indicado, para entrar a hablar de arte, artificio, creación y/o recreación, pero sí que puedo afirmar que esto para unos es un deleite, para otros una incomprensión, y para muchos una obsesión.
Y aquí, como colofón, viene la explicación a porque esas dos fotos de arriba están relacionadas con Miguel Angel. En su blog "No (ha) lugar", que animo a que se visite a diario, al igual que recomiendo vivamente visitar el blog "Está la cosa muy mala" que nos ofrece Angel, buen amigo, excelente Mayordomo de Jesús y mejor jurisconsulto, quien ha estado esta noche sentado delante mío en la presentación. comentaba el otro día que fue al cine a ver la película "El número 23", compendio de las obsesiones del personaje interpretado por el habitualmente histriónico Jim Carrey por dicho número, y acababa Miguel Angel su entrada citando la única referencia al que no aparecía en la película y que popularizó hace poco el entrañable Cálico Electrónico:
"Con los dedos de la mano y los dedos de los pies, los cojones y la polla todos suman 23".
Pues eso.
2 comentarios:
No se crean nada de lo que el Sr. Rentero escribe sobre el energúmeno de mahn. Está obnulado por la amistad y, sobre todo, cegado por el soborno al que fue sometido tras la presentación. Una presentación en la que (y esto pasó desapercibido para todos los asistentes) había exactamente 23 libros sobre la mesa, cada uno de ellos dispuestos exactamente a 23 milímetros del borde de la mesa, colocados 23 minutos antes de que diese comienzo el acto por 23 personas escogidas al azar de 23 listas diferentes de 23 pedanías de Murcia, incluida La Albatalía. ¿Y por qué? Muy fácil, porque me salió de los mismísimos, que, como se sabe, más mi amigo el largo, los dedos de la mano y los dedos de los pies, suman en infausto número veintitrés.
Vaya birria de soborno... el autor me regaló un libro para que hablara bien de él pero me dormí a las 23 páginas...
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