Este señor tan simpático se llamaba Robert Adler, y es uno de los inventores de uno de los inventos más determinantes de la humanidad: el mando a distancia. El buen hombre nos ha dejado a los 93 años de edad, habiendo contribuído a que nuestros paseos desde el sofá hasta el aparato de televisión se hayan reducido considerablemente. Quien sabe si nuestra sociedad obesa y perezosa habría sido diferente sin su aportación técnica, obligados a levantarnos del sofá cada vez que quisiéramos ver otra cadena en la tele. Quizá muchas refriegas domésticas también habrían sido diferentes sin la pugna por el control del aparato que controla el aparato que controla la información que nos controla. En cualquier caso hoy nos deja un hombre que a lo mejor no tiene calles dedicadas en ciudades de todo el mundo como Fleming, Einstein o Lennon pero que si no ha salvado vidas o contribuído decisivamente al progreso de nuestra especie al menos sí que nos ha hecho la vida más cómoda.
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