Vamos a ver... que sí, que Nochevieja es el 31, pero si un montaraz te dice que te invita a celebrar la Nochevieja en la noche del 5 de diciembre tú no discutes, simplemente preguntas si hace falta que lleves tus propias uvas o si ya te las proporciona él.
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Así que dicho y hecho, allí que nos plantificamos el Consejero Prández, su Pink Lady Mamenawer (muy navideños en la primera foto) y un servidor. Nos esperaba el Consejero Romerales acompañado de selectos invitados, entre ellos ese monísimo Papá Nöel que atiende por Ángel, sus papis y su tita, y las habituales Amparico y Toya, además de un elemento que aparece en la segunda foto entre el Romera y una llanda de patatas tamaño mediano... vamos, tamaño comida de un hobbit.
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Gustavo nos regaló la noche con deliciosas viandas, marisco como para invadir un país pequeño, ricos caldos, y de plato fuerte una paletilla al horno que "te se" saltaban las lágrimas. No digo más que a pesar de lo deicioso que estaba no hubo bemoles a terminárselo todo, lo que por otra parte nos vino muy bien porque así hicimos buena la siempre navideña costumbre de comer de sobras al día siguiente de una de estas habitualmente pantagruélicas celebraciones.
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Tras la cena vino la música, en plan karaoke verbenero, con su teclado multileches, su equipo de música de alta infidelidad, una batería rural donde las hubiere de las de tocarlas con pico y panocha, y bueno, casi pudimos llegar a decir lo que decía Tip (Santo Varón): "En la boda de Senén hubo pastas, dulces, frutas, maricones y hasta putas... ¡en fin, que estuvo muy bien!".
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Y el año que viene... ¡¡¡más!!!
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