3.12.08

María Dolores Pradera



Esta semana nos abandonaba Joan Baptista Humet, autor de canciones tan inolvidables como "Clara", una melancólica y trágica historia teñida de adicciones y sinsabores. Y hoy, descubriéndole a mi madre la canción que acompaña a esta entrada, he pensado que tampoco hay necesidad de aguardar a la partida de alguien para elogiarle, recordarle y demostrar la admiración que sentimos por su persona o su obra. Así que hoy voy a dedicarle mi más sentido homenaje a María Dolores Pradera, voz, alma, sentimiento y melancolía hechos palabra.
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Empezamos quizá por el final, esa versión deliciosa del célebre "A Dios le pido" de Juanes, una forma como otra cualquiera de demostrar que su presencia sigue vigente haciendo suyos mensaje y melodía de composiciones pop, modernas y actuales, pero es que por la miel de su garganta se deslizan conceptos que hacen vibrar corazones sensibles, como "El tiempo que te quede libre" o acompañado por otra voz llena de mensajes tan profundos como la vida, Alberto Cortez, con quien canta "En un rincón del alma".
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María Dolores Pradera nació en Madrid en 1926 y pasó su infancia en Suramérica, más tarde comenzó su vida artística como actriz de cine y teatro (es Premio Nacional de Teatro) y ya como cantante alcanzaría la fama internacional con éxitos como "La flor de la canela" acompañada casi siempre por Los Gemelos, que dotaban de delicados rasgueos de guitarra española sus señoriales paseos por el bolero, la balada, la copla, la ranchera, el fado... celebrados han sido sus duetos con infinidad de artistas, tan esperables como el mencionado Albert Cortez o las "Habaneras de Cádiz" en la que se entremezcla su voz con la del llorado Carlos Cano o tan sorprendentes como un "María la portuguesa" con Joaquín Sabina. Quizá uno de los últimos discos más recomendables sea "Te canto un bolero", inmejorablemente acompañada por Los Sabandeños, uno de esos conciertos que hay que ver al menos una vez en la vida, en el que el grupo le dedicó un "cumpleaños feliz".
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Y hablo de señorío porque probablemente esa sea una de las características más señaladas de María Dolores Pradera, la elegancia, la exquisitez con que siempre se ha conducido dentro y fuera del escenario. La delicada forma de entonar, la calmada quietud de sus ademanes, la sutilidad rotunda de su presencia... si la canción en español debe tener una Señora, no puede ser otra que ella.
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Recuerdo cuando murió Fernando Fernán Gómez, con quien estuvo casada más de una década, que Carlos Herrera la entrevistó en su programa de radio y María Dolores Pradera, glosando la figura del grandísimo actor, dijo algo que solo una señora como ella puede decir en público y que resulte en un piropo "nadie ha mandado nunca a la mierda como él".
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Hace años tuve la fortuna de encontrármela por Murcia y de inmortalizar el momento para el recuerdo en una fotografía (mi querido Tigre ofició como testigo). Le hice una petición, "no se muera nunca", que sé que cumplirá... porque ella es una señora y nunca faltará a su palabra.

3 comentarios:

nostromo dijo...

Vaya una tela...eres una caja de sorpresas, qué digo caja, contenedor.

Tigretón dijo...

Sí desde luego que me acuerdo de ese día (la noche anterior me había ido de juerga extrema por las Tascas y el Zig-Zag, ya que empezaba a trabajar en León a la semana siguiente, y era una despedida de la noche murciana, y esa mañana tuve que ducharme sentado -sic- debido a mi mega-hiper-resacón).

Como no pudimos vernos la noche anterior, quedamos a tomar algo en El Perela, y en el comedor estaba ella. Te acercaste, pese a que el camarero creo que te advirtió que no le gustaban las fotos. Y ella se negó a fotografiarse contigo porque dijo que no iba arreglada, que no se había pintado. Pero luego cambió de opinión, y se hizo la foto.

A mí con independencia de esa anécdota me pareció siempre una señora. Me encantaba oírle cantar aquello de "Caballero de fina estampa" y por supuesto las rancheras...

Antonio Rentero dijo...

No te imaginabas que fuera un enamorado del bolero, la copla y de María Dolores Pradera, ¿eh, primo? ;-)

Si es que la sensibilidad y el satanasismo no están reñidos.

Ay, Tigre, qué día aquel, ¿verdad? Y sí es cierto, su coquetería le pudo pero después fue amabilísima al acercarse a donde estábamos para, ya arreglada, cumplir mis sueños de tener una foto con ella.

Por cierto, buenísimo eso de tener que ducharte sentado a causa de la resaca :-)