Juan de la Cruz deja su casica de Los Alcázares, donde tantos y tan buenos momentos hemos vivido. Nos quedamos sin local de ensayo, así que nos enfrentamos por última vez en este lugar a nuestros instrumentos en nuestro denodado afán por extraer de ellos algún tipo de sonido coherente que no haga salir corriendo a lso gatos del vecindario entre los llantos del bebé de la vecina de enfrente y los gritos de la loca que vive en el callejón de al lado.
La noche pedía un acompañamiento especial, de manera que Pablotronic y un servidor nos vinimos desde Murcia inmejorablemente acompañados por Chiara y su amiga Elena. Chiara además tuvo la oportunidad de mojarse los pies en el mar mientras su mirada ensoñadora se perdía en la noche.
Aquí hay más fotos.
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