Jason Statham, el ya no emergente sino más que consolidado nuevo rostro del cine de acción, tenía que mantener un elevado nivel de adrenalina en el frenético film "Crank" para que su corazón siguiera latiendo.
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Ahora, en la secuela "Crank 2: High Voltage", que dentro de poco podremos ver en la gran pantalla, Statham deberá recibir periódicas descargas eléctricas para mantener funcionando el corazón artifical modelo ABIOCOR que se le ha implantado y así poder seguir con vida el tiempo suficiente para encontrar su propio corazón, arrebatado (como no) por el malo de la peli. Esto es así porque los corazones artificiales de este tipo tienen una utilidad limitada a dos días, mientras el paciente espera un tasplante, y la batería eléctrica de que disponen no permite su funcionamiento más allá de 48 horas.
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Tan enrevesado argumento es el desarrollo de una historia que comienza con el pobre de Statham asistiendo, con el pecho abierto en canal, a la operación en la que se le extirpa el corazón. Desde luego, recuperarlo va a ser un asunto de amor propio.
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Cortesía de "CONFIDENTIAL HOLLYWOOD".
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