La primera siesta del verano

Termino de comer en el Vides con Javi, son las 3:45, acaba de empezar junio, no tengo que estar en el despacho al menos hasta las 5, mi casa está a 5 minutos... siesta.

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No son aún las 4 de la tarde, ya estoy en mi dormitorio, en gayumbos, con las persianas bajadas pero dejando las rendijas suficientes por las que entran pequeños rayos del sol de la tarde. En el techo el ventilador está puesto al mínimo y da una suave y agradable brisa sin hacer ningún ruído.

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Tumbado sobre las sábanas frescas, con los gatos al pie de la cama quizá extrañados por verme acostado tan temprano, me recuesto sobre los almohadones y sigo leyendo "Las partículas elementales" de Michel Houellebeq. Es verano de los 70 en la Costa Azul o el fin de la primavera del 2009 en Murcia.

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El sueño me vence y no me opongo sino que le doy la bienvenida y le dejo aposentarse.

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Abro los ojos y poco a poco regreso de la primera siesta del verano, siesta de verdad, nada de esa corta cabezada imnprovisada en el sofá después de comer mientras en la tele hay un documental de La2.

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Me he despertado antes de que suene la alarma que puse en el reloj a las 5 de la tarde, pero me demoro aún un rato hasta que cumpla su función. Cuando suena la apago, me levanto, me echo un agua en la cara, me visto y me marcho al despacho con una energía diferente.

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Y esto acaba de empezar.