El único blog en fase beta permanente e indefinida, con actualizaciones irregulares y aperiódicas y contenidos no siempre interesantes a casico hecho. Es lo que hay.
31.5.09
Conservando el horizonte
La pala se cobra su tributo, la antigua fábrica desaparece, queda como vestigio un vano sin puerta abierto al inifinito con la vieja chimenea de la que parecen surgir las nubes como testigo desolado entre escombros, palmeras y limoneros.
RECAMPEONES
Citius, altius...
23.5.09
Mis primeros 21 kms: como colarse en un medio marathon y llegar después del último
21.5.09
V
19.5.09
El trailer de "Sherlock Holmes" promete
18.5.09
La luz de bronce / Capítulo II. Lo que recuerdo de antes del alba
Los domingos eran el día favorito de Liz.
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No solo por no tener que ir al instituto o disfrutar de una rutina diferente, sino esencialmente porque su madre la dejaba dormir hasta tarde. En realidad habría que puntualizar que la dejaba permanecer en la cama un par de horas más de lo habitual, pero esas dos horas adicionales no eran solo sueño para Liz, sino ensoñación. El cuerpo de Liz tenía ya adquirido el hábito de salir de su estado de descanso nocturno a la misma hora de siempre, y minuto arriba minuto abajo a las siete de la mañana los ojos se abrían, pero la mente tenía otros planes para esas mañanas y afortunadamente no tenía que luchar mucho para ordenarle al resto del cuerpo que se abstuviese de iniciar la rutina habitual. Las pestañas se separaban un poquito y con movimiento lento el ojo reconocía por la luz que se filtraba entre las cortinas el momento preciso de la mañana.
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Desde diversos resquicios entre la pared y el pesado tejido de las cortinas, una serie de líneas decididamente claras surcaban con extraño rumbo parte de la pared, subían por el techo, atravesaban la habitación y se extraviaban, perdiendo su intensidad, en dirección al armario. Había veces en que si algo o alguien en el exterior de la casa se cruzaba por delante de la trayectoria de la luz, en la pared del dormitorio se podía distinguir una sutil alteración a través de ese dibujo que el sol enviaba a deambular por el interior de la estancia. Liz sabía que si un día durmiera y durmiera y no despertara en semanas, en meses... y de repente saliera del letargo, al instante averiguaría la época del año con solo mirar ese dibujo de luz. En un lateral del jardín frente a la casa había un gran cerezo. En invierno sus ramas eran dedos descarnados que arañaban los jirones de nubes que cruzaban el cielo, en verano un tapiz de hojas verdes salpicados de frutos rojos entre los que se colaban puntos deslumbrantes. En la pared de su dormitorio veía desde la primavera hasta el otoño volúmenes juguetear como eco de la sombra de las ramas llenas de vida. Desde el final del otoño y durante todo el invierno, en cambio, la luz que llegaba desde fuera era más mortecina pero curiosamente diáfana porque no interrumpía su visita ninguna hoja, ninguna cereza, ningún pájaro que al saltar de rama en rama y picotear los frutos que empezaban a madurar danzase sin él saberlo por la pared del dormitorio.
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Liz cerraba los ojos, se daba la vuelta y volvía al territorio brumoso del que apenas se había alejado y las líneas de la pared y el techo se transformaban en un pentagrama en el que las notas saltaban retorciéndose para buscar alimento. Sus pancitas negras se volvían rojas conforme picoteaban los frutos y el pico con el que buscaban cerezas de sonido dulce se enlazaban en zarcillos con los picos de las otras notas que revoloteaban alrededor. Liz no sabía leer una partitura porque nunca había estudiado música, pero sí sabía que según la posición de la nota en la línea o el espacio eso equivalía a un sonido más grave o más agudo según estuviera arriba o abajo... o al revés, no lo sabía con certeza. Así que en algunos de sus sueños de domingo, cuando por la misteriosa razón que fuera y que solo lo profundo de su cerebro sabría explicar, los pájaros que comían cerezas se encontraban con las notas pautadas según había creído interpretar al ver la sucesión de líneas y sombras que discurrían por la pared y el techo, en esas mañanas, los sueños interrumpidos por algún sonido procedente de la calle o de la cocina, constituían una extraña sinfonía de música con sabor a cerezas que empezaban a madurar, mezclando lo dulzón con lo aún amargo, las escalas viraban a los agudos con notas que volaban subiendo por las líneas de la sombra del techo y pájaros con forma de acorde de semicorchea revoloteaban buscando el nido de la clave de Sol.
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En cualquier momento, sin embargo, por el espacio entre dos líneas de ese pentagrama onírico, Liz podía distinguir como si estuviese ella misma volando muy alto, la figura de un corredor en una calle de la pista de atletismo del instituto. Al llegar al final de la calle el corredor saltaba para superar una valla de atletismo y desaparecía un instante, para reaparecer de inmediato por el otro extremo del espacio entre las dos líneas inferiores de la partitura. Marcaban el ritmo de esa sinfonía de sombras y sabor a cereza los pasos del atleta sobre la tierra de la pista. Liz quería bajar desde donde se encontraba para distinguir mejor al corredor, pero era como si se le hubiese olvidado volar hacia abajo y solo pudiese permanecer donde estaba, en el cénit de esa pista de atletismo de extremos musicales, en una posición inalterable, con las alas extendidas sintiendo como el viento la mecía suavemente.
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Pero miraba a los lados... ¿alas? Se preguntaba Liz ¿yo no tengo alas? Sus dedos eran ramas secas como las del cerezo del jardín el día de Acción de Gracias. ¿Cómo podía el viento colarse entre esas ramas oscuras y rígidas y permitirle continuar en las alturas? Empezaba a imaginarse las notas que revoloteaban cada vez más oscuras. Sus pancitas eran de un rojo cada vez más intenso porque comían y comían cerezas de entre las sombras que resbalaban por la pared, y al fin empezaba a surtir efecto. Las notas engordaban y así ella pesaba más y podía bajar desde tan alto al compás de la música. Volvía a fijarse en el atleta, sus pasos resonaban con más fuerza. Como estaba situada justo sobre él nada más que podía distinguir su maquinal braceo y el avance alterno de sus piernas. Era como un juguete mecánico que lanzaba alternativamente unas extremidades cortas y ridículas hacia adelante, hacia atrás, hacia adelante, hacia atrás... sus pasos, cada vez más fuertes, poco a poco dejaban de sonar como una marcha sincopada sobre tierra y se iban transformando en una carrera irregular y frenética sobre tarima. Se acercaban por un lado, ya no estaban bajo ella.
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La puerta del dormitorio se abrió de golpe. Se detuvieron los pasos y sonó la voz chillona de su hermana pequeña:
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-¡Liz, despierta! Hope ha llegado, te está esperando en la cocina.
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Próximamente: Capítulo III: Si el sol se desperezase tras las nubes.
16.5.09
Reflexiones balinesas
52 pisos despues: desde la cima
No corrais que es peor
La Torre Bali de Benidorm: como subir 52 pisos corriendo y no morir en el intento
15.5.09
Confidential Hollywood: Rocky Balboa vs. Ivan Drago, reloaded
13.5.09
¿En que sueña Lola?
Mondovino
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Esta tarde se proyectará la película-documental "Mondovino", estrenada en Cannes y que constituye un minucioso recorrido por el actual universo de bodegas europeo y norteamericano (principalmente) en una búsqueda de la razón para una evolución en la elaboración del vino que evoluciona hacia la industrialización en la mayoría de los casos, pero sin olvidar las excepciones en las que se sigue apostando por la pequeña escala y la no masificación.
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La postura del director Jonathan Nossiter es crítica con esa "macdonalización" o "matrixificación" (por la película "Matrix", espectacular y de consumo masivo, pero de contenido profundo escaso), pero no exenta de sentido del humor. En cualquier caso, sin llegar a constituir (aunque ha sido catalogado como tal) una propuesta al estilo de Michael Moore ("Bowling for Columbine") resulta interesante contemplar la exposición de su trabajo.
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Además, por si faltara un aliciente, al término de la proyección de la película se ofrecerá a los asistentes una degustación vinícola y un acompañamiento sólido que si es el mismo que la semana anterior tras la proyección de "Entre copas" no es de extrañar que esta convocatoria tenga el éxito de público que obtuvo la anterior.
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Ya sabéis, desde las 20:00 de este miércoles 13 en el Museo Arqueológico de Murcia (Avda. Alfonso X el Sabio).
10.5.09
I Marathón Fotográfico Ciudad de Murcia
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Unos 300 participantes se enrolaron en la travesía por una Murcia de la que había que extraer más de una docena de instantáneas que reflejasen diversos aspectos tanto monumentales, arquitectónicos o paisajísticos como humanos.
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Por la mañana se nos propuso un recorrido por Santo Domingo, Trapería, Catedral, Glorieta, Pasarela de Manterola, plaza de las Flores y Jardín del Salitre (de la Pólvora, también llamado). Se trataba de captar una imagen que identificara esos lugares.
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A medio día se nos ofreció un tentempié bocadillero preparado por los chicos de Del Gallo Blues, reconstituyente en su aporte energético y original en su composición.
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Por la tarde el programa nos pedía otra serie de fotografías: recoger aspectos de la Murcia Turística a través del recorrido que por varias calles de la capital hacía un tren en cuyas vagonetas nos apretujábamos tratando de captar lo que sucedía a nuestro alrededor, un lector de La Verdad, un autorretrato, una negación de la crisis, algo típico murciano, y finalmente de vuelta a la plaza de Santo Domingo, donde todo empezó y también donde todo acabó, nos esperaba la foto sorpresa. Bueno, también hubo allí otras fotos, pero estas ya fuera de concurso.
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Hubo una actuación de música y danza y debíamos valernos de la misma para captar la última fotografía del día.
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Ahora toca esperar la decisión del jurado que premiará las diversas categorías y, por otra parte, la votación popular, que os animo a hacer en los enlaces que he ido colocando de las diversas fotos que hice. Os invito a verlas, espero que os gusten y os agradeceré si las votáis.
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En suma, un día enriquecedor, de camaradería y excelente ambiente con el resto de participantes y, por qué no decirlo, enriquecido con la presencia y la compañía de Isabel, que también hico preciosas fotos a las que también deberíais votar (especialmente las que me tienen a mí como protagonista, je, je, je).
8.5.09
Bigas Luna en Murcia
El corto se viste de largo y lo apadrina Bigas Luna.
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Se celebra este fin de semana el RecMurcia Jameson Festival de cortometraje y una de las presencias estelares es la del cineasta aragonés autor de "Bilbao", "Jamón, jamón", "Huevos de oro" o ya más recientemente "Yo soy la Juani".
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Animó a los autores de cortometrajes dado que la falta de difusión comercial de los mismos no supone el anonimato pues a través de Internet experimentan una difusion mucho más dinámica, amplia e inmediata. Habló de su próximo proyecto, una segunda entrega de la trilogía dedicada a la mujer e iniciada con "Yo soy la Juani", contando con Elsa Pataky en una historia que en parte comparte argumento con el propio triunfo de la actriz en Hollywood.
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Concluyó la rueda de prensa con una interesante reflexión filosófica: "los seres humanos somos un triángulo: está la vida espiritual, la vida intelectual, y luego comer y hacer el amor. Son cosas muy importantes, yo creo que para toda la sociedad".
"Black Coffee" en directo desde Alfonso X el Sabio
7.5.09
La luz de bronce / Capítulo I. Big bang
De manera que casi podríamos llegar a conceder que hay ocasiones en que una buena mentira es capaz de superar a una buena verdad, como William Randolph Herast en la contienda de Cuba al encargarle a su enviado especial las fotografías del conflicto, que ya pondría él la guerra. Se non è vero è ben trovatto... o el cuento de Navidad de Auggie Wren con que nos encandila Paul Auster en sus páginas y la sonrisa tierna de Harvey Keytel en la pantalla... y tantos otros ejemplos.
Así que podemos imaginar ahora la fascinación que se puede despertar en un auditorio convenientemente entregado, uniéndolo a la habilidad de un grácil narrador, al talento de su inventiva, el calor envolvente de su voz, la cadencia de su capacidad declamatoria y sobre todo el fascinante relato que construye... todos esos elementos son capaces de proporcionar una historia que tomamos como real y que luego al tratar de potenciar la magia desatada con la constatación de la dura realidad resulta un despertar amargo. Concluimos que nos gustó mucho más la versión imaginada de la realidad narrada. Ese atisbo de concreción que buscábamos nos permitió acercarnos al hecho, pero la recreación del mismo era tan superior como los sueños que nos parecen reales y de los que no queremos despertar.
Eso fue lo que sucedió la otra noche, cuando el crítico de cine, narrador, poeta y ante todo fabulador y reflexionador Hilario J. Rodríguez presentaba en Murcia su libro "Mapa mudo". Desde un hilván insospechado comenzó a tejer la exposición de una historia sobre una poetisa, su vida, su obra y sobre todo el misterio de su inspiración y del modo en que más que plasmar su voz en papel fue la propia poesía la que encontró la forma de llegar a hacerse realidad a través de sus manos.
En vano traté de encontrar en las horas y días posteriores más datos que corroborasen esa mitología, Google se empeñaba en desmoronar el castillo de naipes marcados por Hilario hablándome de la realidad de una escritora formada en colegios selectos, que vivió en exóticos lugares y viajó por remotos países, que refugió en Brasil su amor por otra mujer, que vivió la tragedia de no poder ser ella misma en su patria y de perder a su amada y que sí, se convirtió en un referente cultural pero de un modo más convencional.
No he visto el truco, no he detectado al conejo en la manga del prestidigitador, pero estaba tan encandilado con la puesta en escena de una versión mejorada de la realidad que preferí fabular sobre una mentira tan elaborada que recrear los acontecimientos verdaderos. ¿Traicionaría con esto al personaje auténtico? ¿Sería osado pretender inventar una biografía totalmente falsa para encontrar la manera de justificar la belleza que intuía en el relato escuchado?
Elizabeth Bishop desgrana en su poesía descripciones certeras y minuciosas de acontecimientos tan mundanos como la captura de un pez, pero no necesariamente tuvo que haber pescado uno alguna vez, como Julio Verne jamás descendió al fondo del mar ni subió a la Luna. ¿Por que no aventurarme en unas profundidades marinas insospechadas y crear en ellas mi propio paisaje y subir luego a nuestro satélite a elucubrar cráteres? ¿Molestaría mi atrevimiento a Jacques Cousteau o a Neil Armstrong? Existe la ciencia-ficción, en la que se viaja más rápido que la luz o se visitan otras galaxias y se descubren criaturas imaginarias... ¿sería yo capaz de adentrarme en la poesía-ficción?
Me gustan los retos. Algunos incluso llego a culminarlos. A veces se ha dado el caso de que llego a hacerlo de forma exitosa. Pongámonos manos a la obra, pues, y sin vergüenzas, en directo, con luz y taquígrafos. Esto es una invitación a que os adentréis conmigo en un universo que busca su inspiración en la realidad, que se apoya en una fábula narrada en torno a la hoguera de la pasión por las historias bien contadas. Conoceréis lo que nunca nadie contó sobre la poetisa Elizabeth Bishop, y nunca lo contó nadie porque me lo voy a inventar yo a partir de ahora.
Conoceréis a otra Elizabeth Bishop, una que nunca existió. Sabréis porqué abandonó una ciudad gris perdida en medio de Estados Unidos antes de hacerse cargo de la fábrica de salchichas de su padre. Sabréis porqué se instaló durante un año en un apartamento del Village neoyorquino de mediados del S. XX. Sabréis porqué una mañana comenzó a escribir y la poesía fluyó, imparable, de su mano. Sabréis porqué escondió siete poemarios escritos en seis meses. Sabréis porqué una poetisa consagrada la animó a publicar. Sabréis porqué ganó un premio Pulitzer con su primer libro. Sabréis porqué nunca más volvió a escribir... hasta aquel día, años después, en que dos únicos versos volvieron a salir de ella.
Y sabréis qué es la luz de bronce. Fiat lux.
El técnico de sonido más envidiado del mundo mundial
6.5.09
"Entre copas" entre amigos
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¿A quien no le gusta compartir cosas como estas? Pues esta tarde, a partir de las 20:00 en el Museo Arqueológico de Murcia se proyecta la deliciosa película de Alexander Payne ("Election", "About Schmidt") "Entre copas" acompañada de una degustación de ricos caldos.
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Viñedos y bodegas de la "toscana" californiana del valle de Napa, el siempre estimulante Paul Giamatti y Thomas Hayden Church (el Hombre de Arena de "Spider-Man 3") y el vino como excusa para concitar amigos y conversación.
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Acompañados del KL Prández, la Principesa y alguien más que se sumará a este "sacrificio", os invito esta tarde a alzar la copa del cine, la amistad y el buen paladar.
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A vuestra salud.
5.5.09
Angelico
Con lo fascinante que era la presentación del libro de Hilario J. Rodríguez... y se nos durmió este asistente!!!
Confidential Hollywood: Primera imagen de "Iron Man 2"
Robert Downey jr. vuelve a tener el pecho brillante, perilla singular y un taller lleno de armaduras hipertecnificadas. Vuelve "Iron Man", la gran y agradable sorpresa del cine de superhéroes de recient hornada (con permiso de la excelente "The dark knight"). Nueva entrega, nueva armadura, nuevas aventuras, nueva emoción.
4.5.09
Hilario J. Rodríguez en el Foro Artístico
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Hilario es licenciado en Filología Hispánica y Anglogermánica y ha sido profesor tanto en España como en Irlanda, Gran Bretaña y Estados Unidos. Es colaborador habitual de la Revista de Occidente, ABC, La Vanguardia, Rockdeluxe y Dirigido por. Además es un galardonado poeta (ganador del Premio Jaime Gil de Biedma) y un gran fotógrafo autor de varios libros con sus instantáneas y un estudioso del cine con múltiples e interesantísimos ensayos sobre la obra de Stanley Kubrik, Lars von Triers, los hermanos Taviani, Tim Burton o el cine bélico. También ha coordinado libros colectivos como "Las miradas de la noche: cine y vampirismo", que me regalo uno de sus co-autores, mi querido Ramón Monedero, de quien además de invitaros a su blog, que destila amor por el cine, os adelantaré uno de los datos que le definen: su trabajo de fin de carrera versó acerca de las películas de la Hammer sobre Drácula dirigidas por Terence Fisher... toda una declaración de principios.
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Pero ante todo Hilario es un gallego simpatiquísimo, a quien da gusto escuchar, con una capacidad analítica excelsa y una forma magnética de enganchar al interlocutor, por lo que la mera hipótesis de asistir a la charla que acompañará a la presentación de su libro debería suponer el aliciente que necesitáis para estar este martes por la noche a las 9 en el Foro Artístico de Murcia (C/ Mesegueres, detrás de la Plaza de Europa) y disfrutar de la pasión por el cine... entre otras cosas.
Confidential Hollywood: Brad Pitt es un bastardo
2.5.09
El dos de mayo de hace veinte años
El sol de primavera estaba ya retirándose, eran ya las ocho y media y los ladrillos de los edificios eran dorados en un lado de la plaza, el que miraba a poniente, mientras la sombra refrescaba las fachadas contrarias oscureciendo los muros.
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Llevaban unas semanas sin verse y el día anterior él se había empeñado en quedar en una más de sus insistentes llamadas telefónicas. Ella accedió finalmente a que se vieran, pero solo un rato, y acudió con un vestido corto, veraniego y con cierto escote. Él escogió para la ocasión un polo blanco y un traje que había sido de su abuelo pero que décadas después seguía estando a la moda. Era de un género muy fino color avellana y con un corte algo “mod”, un estilo que no era para nada el suyo, de hecho no tenía un estilo definido de vestir y se limitaba a usar lo que le gustaba como quedaba, aunque fuera una camiseta de los Ramones o una corbata.
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Este era un día especial, al menos él quería que lo fuera, y por eso decidió vestirse así. Ella sonrió divertida al verle con un aspecto tan inusual y reconoció que le quedaba bien. Él le dijo que iba tan guapa como siempre.
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Buscaron un banco de madera en la plaza donde sentarse. Él señaló uno justo en el límite de la sombra, porque la tarde había sido calurosa y a pesar de que el polo era de manga corta y el tejido del traje muy veraniego lo cierto es que tenía calor. Estuvieron un buen rato conversando de las intrascendencias que llenaban las palabras de la recién estrenada mayoría de edad a finales de los años ochenta, cuando no había ni teléfonos móviles ni Internet y las relaciones sexuales adolescentes fuera del matrimonio no eran pecado, sino milagro.
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Se habían conocido unos meses atrás, en el viaje de estudios del instituto por Italia. Él le echó el ojo encima y trató por todos los medios de ganarse algo más que su confianza o su amistad, pero ella no se lo puso nada fácil. Ni difícil, en realidad, simplemente no colaboraba.
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Pasaron un día juntos y solos en Venecia. Las amigas de ella se habían percatado hábilmente de los intentos de él y aprovecharon el momento en que los vieron hablando tras hacerse una foto frente la Torre del Reloj de la Plaza de San Marcos para escabullirse y dejarlos con la única compañía de ellos dos, el uno frente al otro.
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En realidad ambos tuvieron mucha suerte con esa maniobra. Él porque le permitió pasar unas cuantas horas a solas con la chica que tanto le gustaba, ella porque gracias a que su acompañante accidental había pasado una semana en la ciudad de los canales unos años antes pudo conocer rincones y vericuetos alejados de las habituales visitas de un día, lugares singulares, callejones, puentes y plazoletas recónditas y solitarias.
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El resto del viaje de estudios transcurrió por un Italia a través de la que él se empeñaba en conseguir traspasar una barrera que ella no dejaba de mantener infranqueable. Al menos no se lo tomó como algo personal porque tanto ella como el resto de las chicas que iban en el viaje de estudios eran totalmente inmunes a las acometidas de los envalentonados muchachos, tanto los visitantes como los locales, porque los “pulpos” italianos lo intentaban con artillería pesada pero ellas se cerraban en banda. De hecho en Montecatini, pequeño pueblo de la Toscana, las chicas tuvieron que pedirle los chicos que las ayudaran ante el infatigable acoso de los italianos, que llegó realmente a generar situaciones algo más que incómodas.
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Ya de vuelta a casa él insistía en quedar y mantener el contacto y se conformaba con no poder llegar a más que a una amistad en la que cada vez veía menos posibilidades de evolución conforme a sus interese. Pero en este día él quería marcar una diferencia.
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Con su mejor amigo tenía una broma particular, una frase que indicaba que se iba a organizar un buen follón: “aquí vamos a tener un dos de mayo”. Y hoy era dos de mayo.
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La cita iba llegando a su fin y de momento todo seguía como de costumbre, conversación y poco más. Se levantaron del banco, caminaron uno al lado del otro hasta detenerse delante de un muro donde él se volvió y casi sin pensárselo le salió un recurso de última hora.
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-Bueno, ¿me das un beso?
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-Anda, ¿y eso porqué?
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-Pues por salvarte de los italianos en Montecatini.
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Ella sonrió unos segundos mirándole a los ojos. Se aproximó, él también lo hizo, sus labios acercándose poco a poco hasta que se encontraron en uno de esos besos que nunca olvidas porque solo ocurren una vez. Solo hay un primer beso entre dos personas.
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Pasaban los segundos y el beso continuaba, sus cuerpos estaban próximos pero aún mantenían cierta distancia preventiva, la falta de costumbre... sus dientes se entrechocaron en medio de las evoluciones propias del momento, sin separarse, las comisuras de los labios de ella esbozaron una breve risa pero continuó besando.
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Cuando se separaron ambos se miraban con una mezcla de incredulidad y satisfacción.
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-Besas muy bien -le agasajó ella.
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-Gracias, tú también -correspondió sinceramente él.
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Siete meses después empezaron a salir. El día que cumplían trece años como novios se casaron. Luego dejaron de estar enamorados, dejaron de estar casados y dejaron de besarse. Sus vidas continuaron y hubo otros amores y otros desamores. También otros besos, claro, muchos. Pero ¿porqué será que algunos besos jamás se olvidan?