Tras las anteriores "entregas" del Ciclo del Amor que coordina y presenta Lola Gracia, la Carrie Bradshaw del Segura, y que nos trajeron por estos lares a Josep Tomas y Soren Peñalver, esta noche hemos podido deleitarnos con el verbo y la carne mortal de Carmen Posadas.
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Sus palabras, a través de libros y artículos en prensa, nos conducen a reflexiones sobre la relación hombre-mujer, la convivencia de la mujer consigo misma y la forma de atravesar esta vida con tanta dignidad como sentimiento.
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Esta noche tocaba hablar de amor y Carmen Posadas nos transmitió sus ideas y vivencias, así como las elaboraciones teóricas a las que ha llegado, fruto tanto de la experiencia propia como de la ajena, pues la escritora es de esas pocas personas tan inteligentes como perspicaces con la rara habilidad de poder escarmentar en cabeza ajena... y además contarlo.
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Uno de los errores que según ella a menudo cometemos es adoptar una perspectiva "made in Hollywood" sobre el amor. Si Josep Tomas en su charla nos comentaba que el cine porno nos influencia (para mal) generándonos expectativas incapaces de cumplir y proponiéndonos fantasía irrealizables, es posible que lo mismo suceda con las pelis románticas, que dejan en algunos un poso ilusorio que esperamos ver satisfecho con la pareja. Y claro, luego nos desengañamos.
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Se puede llegar incluso a las tropelías por amor, como el caso de la escritora Anne Perry, a quien Carmen Posadas conoció en un evento para escritoras de misterio y con quien llegó a alcanzar gran intimidad y confianza, viendo en ella a una mujer inofensiva y agradable, desconocedora de su terrible pasado personal (Anne Perry asesino a los 15 años a la madre de una amiga).
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Algunos interesantes argumentos que Carmen Posadas nos ha hecho llegar esta noche se refieren, por ejemplo, a la posibilidad de que en nuestro interior, los hombres organicemos los aspectos que rigen nuestra vida como si de un armario lleno de cajones se tratase, con compartimientos diferenciados que no se molestan ni interfieren unos en otros (amistades, trabajo, fútbol, esposa, amante...), todo ordenadito y en su sitio, cuadriculado y metódico, esquemático e incluso simplista, mientras que las mujeres se enfrentan a un vestidor algo caótico, con perchas, cajones, baldas y cestos que se entremezclan, teniendo casi siempre la intención de que las cosas tengan mas de una única utilidad y que les motive mas de una pasión a la vez.
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Llegado el turno de "ruegos y preguntas" le recordé un articulo de hace ya unos años en El Semanal en el que hablaba del moderno "monstruo de Frankenstein" que algunas mujeres habían dado en "elaborarse". Al no ser capaces de encontrar UN solo hombre capaz de reunir todo lo que buscan, optan por rodearse de un "harén" que sirve de manera colectiva a sus necesidades imposibles de concretar en un individuo. Así tiene el que la mima, el que es un manitas arreglando cosas en casa, el que es una fiera en la cama, el que le proporciona una conversación estimulante intelectualmente... pero cada uno aporta sola y exclusivamente UNO de los aspectos que busca.
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Posadas añadió que existiría una "evolución" de esa teoría, consistente en "el sacrificio de la amputación".
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Al final, ante la imposibilidad de hallar quien cumpla todos los requisitos, se opta por sacrificar uno (o varios): es educado, comprometido con la relación, culto, con buen sentido del humor... pero mediocre en la cama... o es dinámico, colaborador en casa e incluso mañoso con el bricolaje, un padrazo, amante incansable... pero es feo... o es rico, atento, detallista, excelente cocinero, con gusto inmejorable en el vestir e incluso ofrece asombrosos consejos a la hora de combinar bolsos, zapatos y complementos... peor es un ignorante capaz de confundir a Van Dick con una marca de whisky o un delantero de la selección de fútbol de Holanda. En ocasiones el premio viene con pedrea... pero no deja de ser un premio. A fin de cuentas nadie es perfecto.
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Nos hablo también Carmen Posadas de los diferentes tipos de amor, del amor entendido como el subidón de un chute de heroína, que nos lleva a la estratosfera y nos hace creer que no hay nada mejor en la vida... pero con un bajón peligrosisimo y capaz de dejarnos mermados de por vida. Enfrente tendríamos el amor ágape, entendido como el deleite con los pequeños sorbos de un whisky, podemos degustarlo poco a poco, sin prisas, con placidez, deleitándonos en el placer que nos produce, que no sera tan alocado ni espectacular, pero que nos permite una cierta estabilidad emocional e incluso poder seguir disfrutándolo cuando hemos abandonado esos tiempos de loca juventud que glosaba la canción.
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Es en este tipo de amor en el que se hace necesario buscar un punto de encuentro, un territorio común en el que los dos miembros de la pareja se compartan a si mismos y sean capaces tanto de continuar su desarrollo individual como colaborar a fortalecer su vinculo. Tarea nada sencilla, pero ¿que lo es en esta vida?
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Cuando una pareja se acaba suele haber dos comportamientos diferenciados: el de quien busca en su siguiente pareja un reflejo (a veces un clon) de la anterior pareja y quien por el contrario lo que busca es justo lo opuesto de lo que le ofrecía su anterior compañero de vida. En el primer caso lo mas habitual es que dicha persona haya sido el abandonado, que en el fondo continua amando a su anterior pareja (o el modelo de la misma que habita en su subconsciente), mientras que en el segundo caso mas bien nos encontraremos a quien rompió la relación, que consciente de que no funcionaba lo blanco, buscara ahora lo negro a ver si...
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Y es que al final el objeto de nuestro amor suele ser, en un ejemplo tan poético como expresivo que nos ha explicado Carmen Posadas, no el sujeto mismo, sino las características con las que nosotros lo adornamos. Imaginemos una rama de un árbol que cae en una salina. Es una rama seca, marchita, retorcida. Pasado un tiempo emerge de entre la sal envuelta en ella, que le otorga una belleza singular, recubriendo sus irregulares aristas y sus pliegues ennegrecidos con una capa de refulgente brillo, como cuajada de pequeños diamantes. Nos quedamos hipnotizados con el espectáculo y para nosotros no existe nada mas bello ni excepcional que nuestra rama blanca brillante y esponjosa.
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Un día se quebrará por algún lado accidentalmente o habremos lamido demasiado la sal de un extremo... y aparecerá esa rama reseca y feúcha... ¿de donde ha salido este horror? como has cambiado... antes no eras así... el delicioso lunarcito de juventud se transmuta en la horrible verruga de la vejez. En realidad estuvo siempre ahí, pero como el amor es ciego nunca nos molesto.
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Con todo, la gran alegría es que Carmen Posadas se declaró incapaz de sentirse atraída por alguien mas joven que ella porque le aburre hacer de Pigmalión. Digo que es una gran alegría porque una vez que sabes no ya que tienes todas las puertas cerradas, sino que mas allá del foso ni siquiera hay portón, ya dejas de hacerte ilusiones con atravesar los umbrales de palacios de ensueño y desciendes de la nube a la dura realidad. Lo que no quita para no seguir deseando otro premio, claro.
El único blog en fase beta permanente e indefinida, con actualizaciones irregulares y aperiódicas y contenidos no siempre interesantes a casico hecho. Es lo que hay.
2.4.09
Carmen Posadas en el Ciclo del Amor
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2 comentarios:
Estupendo resumen Rentero.Para quien no haya ido a la conferencia sólo basta con leerlo y es como haber estado allí, salvo el detalle de haber disfrutado más de cerca de su presencia claro, y haberla saludado después.
Isabel.
Tengo en la alacena de lectura pendiente "La Cinta Roja", dicotomía del pensamiento femenino: amor-poder, que tan bien reproduces en esa excelsa crónica de la conferencía de Carmen Posadas.¡Qué bonita, por cierto, una de las primeras frases del libro! "Mienten quienes dicen que yo vine al mundo justo a tiempo para desdecir una calumnia".
Ella cañón total. ¿Verdad?
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