Después del 40º aniversario de la llegada del hombre a la Luna, seguimos con las efemérides interplanetarias... y con cierto aire conspiranóico.
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Porque si se ha convertido en un clásico lo de que "la llegada a la Luna la grabó Stanley Kubrik en los platós en los que estaba rodando "2001" y es todo mentira", no menos literatura ha levantado una fotografía que se tomó hace hoy justo 33 años. Las sondas Viking I y II orbitaban Marte y tomaban imágenes de su superficie, las enviaban a la Tierra y posteriormente eran analizadas por especialista del Centro Goddard, perteneciente a la NASA. Y de repente algo encontraron en las fotografías.
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En la zona marciana conocida como Cydonia se alzaba un relieve en el que sin esfuerzo podía reconocerse un rostro, una cara. La sorpresa fue mayúscula y desde entonces ha desatado controversia y discusión. Alrededor, además, otras formaciones rocosas parecían constituir toda una ciudad. Pronto se habló de las pirámides de Marte y no costaba mucho encontrar semejanzas con la planicie de Gizah en Egipto, donde además de una formación de tres pirámides hay una aún misteriosa esfinge gigantesca.
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Tal revuelo casi obligó a que la sonda Mars Reconoissance, en 2007, prestara en su ruta cartografiando y fotografiando la superficie marciana, una especial atención a la región de Cydonia, obteniéndose una fotografía más moderna, de más resolución y que echaba por tierra la romántica idea de que en Marte alguien esculpió un rostro mirando al cielo. Podemos desencantarnos incluso en 3 dimensiones.
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La literatura de ciencia-ficción siempre ha mirado a Marte, con temor (el del invasor de "La guerra de los mundos" de Herbert George Wells), con épica aventurera (el del romántico Barsoom de "John Carter de Marte" de Edgard Rice Burroughs) o con nostalgia (imposible no sentir tristeza ante la desaparición de los habitantes del planeta rojo, con su civilización extinta y sus veleros de las arenas en "Crónicas marcianas" de Ray Bradbury). Incluso la música moderna se hace eco de las caras marcianas aunque solo sea para situar geográficamente la acción, como en la canción "Knights of Cydonia" de Muse.
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En "Misión a Marte", de Brian de Palma, tuvimos ocasión de asistir a una interesante puesta en escena de una teoría tanto acerca del vínculo que nos une a Marte como sobre la naturaleza de esas "caras de Marte".
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De momento solo podemos soñar con gigantescas caras talladas en la superficie de otros planetas, la lástima es que este sueño era bonito.
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Edito para añadir que el caso de la cara de Cydonia es uno de los más claros exponentes de la pareidolia, fenómeno psicológico consistente en asignar patrones reconocibles a estímulos sensoriales que en realidad no corresponden a lo que se cree percibir. Es decir, vemos un montículo con unas sombras situadas de determinada manera e interpretamos que hay tallada una cara humana, miramos las nubes y adivinamos la forma de un animal, una casa...
3 comentarios:
Creo que voy a decir algo profundo, que me perdonen los lectores de este mágnifico blog.
La suerte de todo tipo de teorías conspiranóicas en relación con el conocimiento del Universo no deja de ser el peor de los lastres que soportamos los seres humanos a lo largo de nuestra historia. Está en nuestra genética la necesidad de creer en lo que sea, y en función de la cultura, educación y formación fisiológica de nuestro cerebro, concebimos el mundo con imágenes estereotipadas que nada tienen que ver con lo que significa la ciencia. Digamos que la vagancia, en general, es la que lleva a los humanos, en general, a adoptar cualquier creencia como verdadera; sólo porque somos incapaces de entenderla o simplemente nos supone un esfuerzo mucho mayor del que estamos dispuesto a hacer. Es más fácil creer la sugerente literatura que convierte el cielo en maná, o separa los mares, que convencerse de que nuestro principal escollo como humanos es la falta de experimentación. La castración milenaria ante la duda, es lo que nos ha hecho ternerillos que acogemos cualquier "verdad" como una fe. El espíritu de la cración humana está por desarrollarse y cuanto antes nos libremos de las cadenas de lo sombrío e inútil que son los actos de fe como creencia única e incuestionable, mejor que mejor.
Perdón, esta mañana me he levantado supermineralizado.
Jo, no te disculpes por ponerte profundo, creo que los habituales de por aquí están a la altura (o a la profundidad, vaya).
A mi lo conspiranóico me interesa desde el punto de vista simplemente recreativo, me divierte, lo veo una interesante puesta al día del "se non è vero è ben trovatto".
El otro día, así, en mitad de la tarde mientras me bañaba en la piscina del Cortijo, reflexionaba sobre la capacidad que tenemos de creer que lo sabemos todo... y ¡cuánto ignoramos!
De todas formas una cosa es, como comentábamos el otro día, conciliar la creencia en un Ser Supremo creador cósmico y otra caer en la superstición, la superchería, la idolatría...
Yo siempre he defendido que el milagro no es que se abran las aguas del Mar Rojo, sino que lo hagan en el momento preciso en que el pueblo de Israel huía y que se cerraran justo sobre sus perseguidores. Y la naturaleza encierra un milagro en cada instante, pero claro, precisamente la gracia del asunto es que las cosas no suceden porque sí, sino obedeciendo a unas leyes que en ocasiones no llegamos a comprender.
Como decía Carl Sagan, apenas estamos chapoteando donde rompen las olas de este océano que es el Universo.
This is great!
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