La luna ha decidido esta noche ascender por la escalera del campanario.
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Piedra multicentenaria que abriga rezos a las alturas, piedra que la luz artificial hace cálida jugueteando con luz reflejada de la fría y distante piedra que acompaña las noches.
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La noche pirenáica es fresca y silenciosa y la piedra atrapa la luz y los siglos mientras soy testigo en la noche de las travesuras de la luna.
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Con Celia.
3 comentarios:
que bonito...
Acojonante Antonio, acojonante.... Y ese cementerio que asoma por una de las esquinas...
Gracias, Bastet.
Ramón, la peli de miedo salía sola en ese pequeño cementerio.
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