El verano empieza oficialmente la noche que Ramón García del Real ofrece la fiesta-baile de su cumpleaños en Altorreal, con los buenos oficios de su fiel María.
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En esa noche todo puede ocurrir, terminas encontrándote a tu jefe (¿verdad, Lola?) por sorpresa, la luna llena se mueve por el cielo un par de palmos, se piden deseos a las estrellas fugaces... y el gran Charlie Max nos ofrece un incesante espectáculo improvisado a medias de magia.
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Nunca la ilusión y lo inexplicable estuvieron tan cerca. Las bolas de esponja aparecían y desparecían, las cartas seguían la voluntad del gran Charlie, los objetos se movían sin que él los tocara y la sonrisa y el asombro se turnaban en nuestros rostros. Rodeado por todas partes, los juegos se sucedían y las manos de Charlie no ocultaban nunca nada. No hay truco. Es magia.
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Y la auténtica magia es gozar de la amistad de corazones como los de Ramón y María, que te acercan por unas horas a la felicidad de compartir conversación amena, ambiente musical inigualable, el fresco de la noche veraniega de Murcia (que sí, que existe) y alcanzar un ratito de paz de espíritu con tanta sencillez.
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Queda en el recuerdo para siempre la gran enseñanza de Charlie Max: no es lo que haces, sino como lo haces; no es lo que dices, sino como lo dices... es como miras cuando haces lo que haces y dices lo que dices. Abradacabra.
El único blog en fase beta permanente e indefinida, con actualizaciones irregulares y aperiódicas y contenidos no siempre interesantes a casico hecho. Es lo que hay.
18.7.08
Noche mágica
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