Penélope Cruz al final me ha servido para algo, mira, siquiera para tomar su célebre berrido hollywoodiense para entitular esta entrada, dedicada a uno de mis mejores amigos, Pedro Alberto Cruz, en el día en que ha sido nombrado Consejero de Cultura por nuestro querido Ramonluís, Presidente de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia... y bueno, es que también se llama Cruz, como Pedro... Penélope, digo.
Pedro Alberto va a ser el mejor Consejero de Cultura que probablemente tenga Murcia en su Historia. Y no lo digo en demérito de otros que le han precedido ni de los que le sustituirán en el futuro, es sencillamente que Pedro es una mente privilegiada, con toda seguridad la cabeza mejor amueblada que conozco (y conozco a un cierto número de gente inteligente), y cuando colocas a alguien con cabeza en un puesto de responsabilidad las cosas suelen salir mejor que bien.
Y Pedro se va a equivocar, como no, no sería humano, porque errar es de humanos y herrar de herreros. Pero Pedro Alberto es ante todo un pensador, un reflexivo analizador de la realidad, un filósofo del arte y cuando quiere un artista con el balón, porque queridos lectores de este humilde blog, Pedro es muy "chupón" pero es que es el Zidane de Agridulce, el Ronaldinho de Los Rectores... lo tiene todo.
Pedro se preocupa por el Arte de una forma existencial casi, con la minuciosidad del diabético que mide el nivel de azúcar en su sangre para inyectarse la insulina necesaria, Pedro analiza con sus privilegiadas células grises todo cuanto le rodea, porque el Arte, como el Amor, está en el aire, y Pedro Alberto tamiza las feromonas de las manifestaciones artísiticas cotidianas, las extraordinarias y las subterráneas y extrae conclusiones maravillosas que plasma indistintamente en aforismos, en libros para leer con detenimiento y música clásica de fondo, en conferencias que invitan a PENSAR, así, en mayúsculas, en impresionantes exposiciones o en cursos y seminarios que ponen a Murcia en un lugar destacado del universo del estudio de la crítica de arte merced al prodigioso CENDEAC, Centro de Documentación y Estudios Avanzados de Arte Contemporáneo que dirige con mano maestra al alimón con Miguel Ángel Hernández Navarro.
Es el CENDEAC un vértice sobre el que gravitan reflexiones y exposiciones inéditas por estos páramos culturales que en ocasiones nos rodean, derivados de la pobreza intelectual de los que no saben conjugar el concepto "despatrimonialización falsamente progresisto-izquierdista de la cultura", es un centro envidiable que atrae curiosos y estudiosos de medio mundo, que promueve y promociona la exposición de ideas de la gente más importante del planeta en esta disciplina y que consigue hacer sonar el eco de su voz más allá de lo que probablemente soñaron alguna vez sus artífices.
Es Pedro Alberto además un contagiador del virus del anticuerpo de la inquietud por el saber, del ansia por aprender, que imparte generosamente entre sus alumnos de la Facultad de Bellas Artes, que literalmente le adoran y le siguen cual niños perdidos a un delicioso flautista de Hamelín bueno, sabedores de que ningún mal les aguarda al final del camino que les propone, más bien al contrario. Además, como son jóvenes cultos e inquietos, algunos incluso a pesar de su condición de "gafapastas", le tienen en la consideración de un Holden Caulfield que les guía entre el centeno para que no terminen precipitados por la sima de la ignorancia y participan de las múltiples manifestaciones intelectuales y festivas que Pedro tiene la habilidad de concebir.
Pocas mentes más lúcidas tiene la Cultura murciana que la que alberga la cabeza de Pedro Alberto, así que no podemos sino alegrarnos por nosotros, por los que albergamos algún interés en esas cosas que no sirven para nada más que para hacernos sonreir el alma o elevar nuestro espíritu sensible... o incluso para desconcertarnos con propuestas incomprensibles o hasta deficientes, pero siempre libres, y la tranquiliza saber que alguien dotado de conocimiento, prudencia, criterio y sobre todo preparación es quien se va a encargar de dirigir el timón de nave tan peculiar en tan peligrosa singladura.
Y lo mejor lo dejo para el final. Pedro es un grandísimo amigo, generoso, bueno, desprendido y atento, así que en estos momentos difíciles y complicados que seguro sobrevienen, porque van con el cargo, tiene la seguridad de que a su alrededor estamos todos sus amigos para arroparlo y apoyarlo. Seguridad... hace unos cuantos años ya le entrevistaron en el periódico y el titular era "Algunos me llaman prepotente porque tengo seguridad en mí mismo".
Pedro es tremendamente seguro, una seguridad fruto de la reflexión y no del dogmatismo. Cualquier cosa que a usted se le ocurra así, en un momento, a vuela pluma, él la sistematizó hace ya tiempo y obtuvo si no la verdad absoluta, probablemente lo más cercano a ella, de manera que claro, tan jovencico él, tan seguro en sus planteamientos, ideas y comportamientos... no es de extrañar que muchos le envidien, le teman, le odien, le desprecien, quieran hacerle daño.
Gente que está en sus antípodas intelectuales e incluso como ejemplares del género humano.
A todos ellos va dedicada esta despedida: nunca seréis como él, eso es lo que os duele, el amargo sabor de vuestra mediocridad. Mirad lo que ha logrado Pedro con su esfuerzo y apenas 30 años de edad. Eso es digno de la alabanza del inteligente y del rencor del miserable. La pena es que a algunos la naturaleza de su condición les impide elegir bando.